Farallones del barranco desde el precioso bosque de boj y encinas
Lúsera, un sólo buzón
Sombras de escarcha en la Sierra
de Guara. El invierno está llamando a la puerta después de un cálido otoño;
poco a poco el sol, liviano, quiere pasar y arrancar de la fría mañana
esas gotas heladas, esos duros charcos, esos fríos tejados adornados con recias
chimeneas. Nuestro vehículo va recorriendo mínimas carreteras entre pueblos
perdidos, algunos casi vacíos, como Lúsera, uno de tantos, en el que un
solitario buzón lo explica todo, por lo menos tenemos una casa, una
familia,...¿o ya no?
Casas vacías, rotas, mimetizadas
con el paisaje. El frío va colándose por esos agujeros donde antaño habría un
cálido hogar, por esos muros que encerraban sonidos, risas, vida...