martes, 29 de enero de 2013

Vincent Pyramide, 4215 m (ALPES) - Joana García Romero



Todavía con la euforia en el cuerpo, a la vuelta de hacer cima en el Castore, llegamos a Gressoney la Trinite, en busca de algún lugar donde pasar la noche. Hemos consumido un día extra debido a la mala meteorología que tuvimos por ahí arriba, así que solo nos dará tiempo de cenar en condiciones y dormir, para volver al día siguiente a Staffal y coger un par de remontes mecánicos que nos dejarán en Passo Salati. No disponemos de muchos días para disfrutar de los Alpes por lo que la mejor opción es utilizarlos para no eternizar la subida al refugio Capanna Gnifetti. 


Los árboles dejan paso a la hierba que ahora tenemos a nuestros pies. Pronto llegamos a Passo Salati. Allí ya no hay vegetación, el terreno es aparentemente yermo, pedregoso. Cruzaremos un glaciar descarnado, el verano está bien entrado y se nota. Es un continuo trasiego de personas que vienen y van. Una vez atravesado, seguiremos el camino bien marcado que nos llevará al refugio. Algunos tramos de IIº equipados con cuerdas, maderas, cables... y también a modo de ferrata. 


Dejamos el refugio Mantova a la izquierda unos cuantos metros más abajo y nos disponemos a cruzar otro trocito de glaciar venido a menos. Delante nuestro y a 3647 m tenemos al Capana Gnifetti, una pared casi vertical separa el glaciar del refugio. Situado en un lugar imposible, ahí está, oteando todo lo que hay a sus pies. Para salvar la distancia, han equipado el paso a modo de via ferrata añadiendo de esa manera un punto extra de emoción. 


Las vistas al valle y al glaciar de Lyss son soberbias, el atardecer sin precedentes y pese a la gran cantidad de gente que hay allí congregada, se respira un sosiego inusual, tal vez lo extraordinario del lugar imprime en cada uno de nosotros una nota de serenidad que hace que nos movamos por allí de forma silenciosa. No necesitamos hablar. Y del silencio nos arranca un estruendo que hace estremecer los cimientos del refugio.... qué ha pasado??? Se oye exclamar en diferentes idiomas. Se ha desprendido un serac de grandes dimensiones muy cerca de nosotros...... Nos avisa que está vivo. 




La jornada del día siguiente, según el parte meteorológico, no se presenta tan sosegada como el ambiente reinante en el refugio. Cielos despejados las primeras horas de la madrugada darán paso a nubes y vientos un tanto fuertes que harán del día una experiencia desapacible y fría. 






Unos 600 metros, aproximadamente, nos separan esta vez, de nuestro objetivo. Nos levantamos con las primeras luces, no queremos ser los primeros pero tampoco los últimos. Nos vestimos para la ocasión, nos encordamos y seguimos la marcadísima huella. 




Ascenderemos por la cara Oeste del Vincent Pyramide, al amparo de impresionantes seracs que cuelgan de sus paredes. Recuerdo el día anterior y soy consciente de que se pueden caer encima de nosotros en cualquier momento, pero vaya.... pienso hacia mis adentros, es muy temprano, digo yo que estarán bien pegaditos a esa pared con el frío que hace. Por lo que no vuelvo a pensar más en el asunto hasta que veo las descomunales grietas que debemos cruzar. Esas grietas no son de dar un saltito, como las que encontramos en la ascensión al Castor, en esas grietas cabemos varias personas a la vez. Pero bueno, es temprano y hace mucho frío....... aguantará. 


A lo mejor exagero, pero es que no estoy acostumbrada a algo semejante, por lo que prefiero esperar que los que van delante de nosotros hayan cruzado para meternos en ese gigantesco puente de nieve, dándonos prisa para que los que vienen detrás no nos alcancen dentro de ella. Aunque la ascensión a esa montaña no entraña ninguna dificultad técnica, el inconveniente es el entorno donde se desarrolla, es hostil y hace que te sientas como un ratoncito en un inmenso camino lleno de trampas. El cielo poco a poco se va cubriendo de nubes, por momentos se abren y nos descubre un panorama soberbio, paisajes que hasta la fecha solamente había visto en revistas y en televisión. Se me olvida por donde estoy caminando, y me da la impresión que estoy sumergida en un profundo sueño y que todavía estoy en casa. 

4215 m, estamos en la cima del Vincent Pyramide el tiempo justo de hacer unas pocas fotos y marcharnos. El viento ha arreciado y la sensación térmica reinante en ese momento hace que la ropa que llevamos encima nos sepa a muy poco, apenas retiene el calor de nuestros cuerpos. Impresionantes vistas del Lynskamm, que nos acompañan durante toda la ascensión, del Corno Negro, del Ludwigshöhe y del Parrotspitze, también del Balmenhorn al que ya no nos apetece subir..... queremos irnos de allí lo más rápido posible. 


De nuevo en el refugio, ya solo nos queda desandar lo andado para regresar a Gressoney la Trinite, descansar y repasar las notas para la actividad de los siguientes días. Una sensación de alivio mezclada con otra de tristeza. Alivio por salir de allí y pena por tener que dejar atrás algo que grita continuamente: quédate.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me extraña que haya mucha gente, es superguapo!.Esto corresponde a esta navidad?
esti

JOANA GARCÍA dijo...

No, no fue en navidad, fue en verano..... pero no en este pasado, hará unos tres veranos o así.
Saludos.