Con los ojos puestos en las canales de Aizkorri nos disponemos a subir por alguna de ellas cuando, a eso de las cinco de la mañana, recibimos un correo donde nos dicen que te hundes hasta la cintura en algunos sitios antes de llegar a Kanal Haundi.
Tal vez otro año.
Es muy temprano, y en el aparcamiento de Albi solo hay un coche. A la vuelta el caos reinante en la zona es increíble. Y es que el blanco elemento gusta a todos.
Con una nieve bastante blanda nos disponemos a subir, siguiendo las huellas de unos esquís, en dirección a Artxueta (1343 m). No es una cima especialmente bonita, sobre todo por el aspecto que le dan los repetidores que hay allí instalados, pero las vistas que tenemos desde su cumbre de los valles navarros Arakil y Sakana y también de una pequeña porción del verdísimo territorio gipuzkoano, son excepcionales y bien merece la pena hacerle una visita.
Los árboles aún dormidos en el abrazo del invierno nos observan mientras avanzamos entre el bosque cubierto de nieve. Sólos, abriéndonos camino por donde nos place, disfrutando de una actividad solaz para puro placer de los sentidos. Y es que siempre nos quedará Aralar......
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