miércoles, 28 de marzo de 2012

En el reino de Mustang - María Ángeles Sañudo



Tsarang

El reino de Mustang, situado al norte de Nepal, en frontera con el Tibet, existe como tal desde 1380. Aunque pertenece administrativamente a Nepal, sus habitantes, cultura, religión, costumbres e incluso el paisaje, son netamente tibetanos. El primer occidental del que se tiene noticia que entrara en Mustang fue el famoso Michel Peissel en 1962, con un permiso especialísimo para la ocasión, después salvo contadas excepciones el reino ha permanecido cerrado al mundo occidental hasta 1992. Ahora ya se puede recorrer pero cumpliendo determinadas condiciones: hay que ir obligatoriamente con una agencia oficial (nada de colgarse la mochila y echar a andar, como se puede hacer en otros trekings) y tramitar un permiso especial con un precio estipulado y un tope de días de estancia.


Lo Manthang 

Caminos de Mustang


El recorrido se puede hacer cómodamente en unos 12 días, comenzando en Jomsom, el aeropuerto más cercano, llegando a la capital, Lo Mantang y regresando al punto de partida. Básicamente se va remontando el Kali Gandaki, unas veces por su mismo cauce seco y otras más alejados de él, a través de un paisaje que nada recuerda a lo que Nepal nos tiene acostumbrados: lo habitual en cualquier trekking que se haga por allí son los verdes escandalosos de los valle bajos, con los arrozales, los plataneros, los campos de mijo.... y las cumbres nevadas en lo alto. Por el contrario, en Mustang nos encontramos un paisaje casi desértico, con escasa vegetación, tonos terrosos y ocres, cordilleras de roca recortadas a similares alturas, sin torres que destaquen, y espectaculares gargantas y barrancos que se suelen iniciar como si alguien hubiera dado grandes hachazos en las altas mesetas superiores. Con este tipo de terreno, al tratarse de una zona normalmente venteada, hay ocasiones en las que te ves literalmente masticando polvo.

Chortens en Alto Mustang

Chortens

La ruta habitual discurre por los pueblos principales del valle (aunque todos, incluida la capital, son diminutos para los ojos occidentales): Chusang, Samar, Gheling, Tsarang, hasta Lo Mantang. Andamos casi todo el tiempo por encima de los 3.000 metros de altura, con un par de pasos sobre 4.000. No tiene dificultad en ningún momento, es un simple caminar, a veces por sendero y a veces por la pista que se va construyendo desde Jomsom, aunque afortunadamente los vehículos son todavía casi inexistentes. Las etapas son cómodas y de pocas horas, pero viene bien no precipitarse más porque así podemos ver con calma los pueblos, subir a sus gompas, pasarnos un buen rato oyendo los rezos de los monjes, ver a los paisanos trabajando en sus campos y recorrer un poco los alrededores. Además, como normalmente se suele comer dentro de casas tibetanas habilitadas como alojamientos (muy básicos), podemos comprobar cómo son éstas por dentro: es la típica imagen de las columnas y paredes pintadas con vivísimos colores, con asientos pegados a la pared recubiertos de alfombras tibetanas, que también valen de cama. En algunas de ellas hay trozos de carne de yak puestos a secar colgando de las vigas, e incluso pequeños molinos de oración colocados en zonas de tránsito que los dueños de la casa ponen en movimiento cada vez que pasan.


El mani más largo

En los distintos resaltes montañosos que vamos viendo se intercalan tres colores de roca: negra, rojiza y otra clara, casi blanca, que son curiosamente los mismos tonos que se repiten constantemente en las pinturas de los numerosos chortens por los que pasamos, e incluso en algunas puertas y muros de viviendas. Porque es que todo el recorrido, tanto a lo largo del camino como en el interior de los pueblos, está salpicado de chortens y manis, algunos de los cuales están recientemente restaurados, con unos maravillosos relieves pintados a conciencia. En una de las etapas, camino de Tsarang, pasamos al lado del mani más largo de Mustang, que tiene unos 250 metros de longitud ¡ impresionante !

El Mustang, a los pies del Dhaulagiri

Hacia Tange

Una de las “excursioncitas” de la que no se puede prescindir es la de Luri Gompa, donde nosotros accedemos en algo más de dos horas de andar después de pasar una noche acampados en la aldea de Yara. Por el camino vamos viendo cuevas horadadas en la pared de piedra que hay a nuestra izquierda y que al parecer en algún momento de su historia sirvieron de vivienda, aunque ahora la mayoría están medio derruidas. Delante de algunas de ellas y a una altura considerable hay restos de primitivos chortens. Este monasterio está enclavado a 3900 metros de altura, medio encajado entre rocas y con un empinado senderito de acceso en el que hay que poner un poquito de cuidado. Lo más impresionante es que dentro, como metido en una habitación, hay un antiquísimo chorten, es la primera vez que vemos uno de esas características.


Camino a Luri Gompa
Palacio viejo de Tsarang

Para regresar la mayoría de la gente repite el recorrido de la subida, pero hay otra opción (que es la que nosotros elegimos) que discurre más al este, por un territorio aún más solitario y a bastante más altura (por encima de los 4.000 metros). Son menos etapas pero bastante más largas y de más dureza, con subidas y bajadas mucho más fuertes y un par de cruce de ríos a la brava. A nuestra derecha, muchísimo más abajo, transcurre la ruta por la que subimos y vemos todos los pueblitos, e incluso una vista general de buena parte del Mustang, casi como si estuviéramos haciendo uno de esos vuelos panorámicos en avioneta. Al final, una bajada vertiginosa nos vuelve a depositar a orillas del Kali Gandaki, donde comenzamos.

Sobre el Kali Gandaki

Tetang

Este recorrido, un auténtico viaje en el tiempo, ha sido para nosotros la puntilla de uno mucho más amplio que comenzando en el distrito de Gorkha, nos llevó a rodear el Manaslu, recorrer una buena parte del trekking de los Annapurnas y terminar en este alucinante paraje del mundo en una caminata continuada de 39 días.

Mujeres en Tsarang



1 comentario:

luixi dijo...

Hola Mari Angeles.Precioso treking.Gracias por mostrarnos esa parte del mundo de las montanas con las que muchas veces sonamos.
Tu sentimiento y participacion activa en la montaña es un gran granito de arena.
Un saludo.Luixi