sábado, 25 de mayo de 2019

Punta Nasone (1132 m), máxima altura del Monte Somma y excelente mirador sobre el Vesubio. Objetivo cumplido - Matilde Sanz.


Asoma el Vesubio (1281 m)





Después de aquel primer viaje a Nápoles para subir el Vesubio y el chasco de no poder pisar su punto más alto por “diferencia de opiniones”, llevaba muy claro que esta vez no nos iba a pasar lo mismo. Llegar al borde del cráter y tener que contratar a un guía para alcanzar su punto más alto lo considero una tomadura de pelo. Un querer sacar dinero. Me inclino más por el método empleado para ganar la cima del Teide: pedir permiso con anterioridad y listo. Así que sobre la marcha, después de consultar la página del Parco Nazionale y ver su listado de senderos, optamos por hacer una excursión a Punta Nasone, separada tan solo del celebérrimo cono por el Valle del Gigante. Todo fuese por no despedirnos de Nápoles sin estar cerca del Vesubio.  Resumiendo, poder ver al “señor” recurriendo para ello a los “lacayos”.


Por la carretera sube... dirección al Monte Somma.

Nos acercamos a la estación central de Nápoles para viajar en la Circumvesubiana. Durante el desayuno decidimos coger el  tren anterior al que habíamos previsto. El pronóstico ha cambiado desde ayer y parece que vamos a poder disfrutar de la típica ventana de buen tiempo hasta las dos de la tarde cuando, supuestamente, empezarán las tormentas. Recorremos la corta distancia que separa nuestro hotel de la estación bajo una fina lluvia. Ya en el tren, los relámpagos, rayos y truenos nos amenizan todo el trayecto hasta que, al llegar a una estación con el andén al aire, el granizo hace su aparición entrando hasta dentro del mismo vagón, dejándolo todo mojado. Los andenes se vuelven blancos y yo me hago la pregunta de siempre: pero, ¿a dónde demonios iremos con este tiempo?

Cuando llegamos a nuestro destino ya solo chispea. Hace frío y el granizo persiste en los márgenes de la carretera por donde vamos subiendo de forma tendida, pero sin descanso hasta el Santuario de Santa María a Castello acompañadas de las estaciones de un Vía Crucis. Una hora nos ocupa llegar hasta él desde la estación de tren de Somma Vesuviana.

Panel con mapa, pequeña capilla y comienzo de la subida.




No llevamos track y los paneles del Parque Nacional del Vesubio que esperábamos encontrar lucen por su ausencia. Releemos las explicaciones que pone en su página web, pero nada de lo que estamos viendo coincide con lo que en ella dice. Así que aquí estamos, en medio de la nada, cuando llega un coche al que hacemos señales para que pare. Su ocupante parece no saber de qué le estamos hablando; menciona Ottaviano, otra población desde la que también se puede acceder, pero que no nos interesa. 

Damos la vuelta al pequeño promontorio donde está el Santuario, ya bastante mosqueadas porque los dos cruces circulables que hemos visto van en sentido descendente, cuando se acerca un segundo coche. Llueve, pero así y todo nuestro buen samaritano baja de su coche, dejándolo encendido y con la puerta abierta, para subir con nosotras hasta una entrada miserable que nace a nuestra izquierda. ¿Por aquí?, le preguntamos sorprendidas. Pues, sí. El inicio no puede ser más desalentador. Está lleno de basura y se asemeja más al acceso para llegar a un vertedero que al comienzo de una caminata por el monte. A mí me parece una subida fea y, entre la mala meteo y la falta de coincidencia con lo que habíamos leído, le digo a Lara que cuando quiera nos damos media vuelta. Si estamos aquí es por las vistas que supuestamente hay desde Punta Nasone sobre el cono del Vesubio, pero envueltas como vamos en la niebla…  

El caso es que seguimos tirando para arriba, cabezotas, hasta que llegamos a un cruce donde una tablilla de madera nos señala la dirección del itinerario 3, el que nosotras queremos. Llegamos a una pequeña explanada donde hay un par de tinglados con mesas corridas y un panel con un mapa, tan increíblemente bien centrado que nuestro itinerario aparece con principio y final, pero ¡sin la parte central del mismo! De las tres opciones que se nos presentan desde aquí tiramos por la que asciende por la derecha tras subir unos escalones de madera. 

Ahora ya cambia la cosa. Hemos dejado atrás una pista ancha para entrar en un estrecho caminito. Es un sendero que en su día debió de tener barandillas y que se ha venido muy a menos. Avanza haciendo pequeñísimas lazadas, de tal manera que el paso de la gente —que cada vez quiere llegar antes a todos los sitios y por el camino más corto— y, más que probablemente, el agua de lluvias torrenciales han desdibujado. En su detrimento, se ha abierto un surco impresionante que sube a derecho por este terreno de arena volcánica. 

Capilla y cruz metálica.


Llegamos a la capilla de la Mamma Schiavona, con libro de firmas y mucha parafernalia. Una gran cruz metálica luce tras ella. Esto está lleno de chiringuitos, lo que me recuerda mucho a la zona de San Juan del Monte, cerca de Miranda. Algo más arriba está la cumbre, sucísima de basura y de trastos. Dos cruces, una hornacina, un crucifijo, una estatua de la Virgen algo escondida… y mucha mierda. Así de claro. 

La niebla sube y baja veloz, mientras el Vesubio juega al escondite con ella de cómplice y nosotras de víctimas. Curiosamente no hace frío así que estamos allí un buen rato hasta que empezamos a sentirlo. Para la vuelta, aunque la idea inicial era hacer un circuito pasando por las cimas del Cognoli de Santa Anastasia (1086 m) y de Trocchia (961 m), decidimos que lo más prudente es retroceder sobre nuestros pasos. Nuestro objetivo esta vez no es montañero y el que traíamos ya lo hemos alcanzado.

Cualquier contratiempo se puede superar con un poco de buen humor.

Punta Nasone, mirador al Vesubio.

Descendiendo unos metros por la cara sur.





En el camino de bajada desde el Santuario a la estación de tren de Somma vamos haciendo hipótesis de cuál puede ser la razón de que todo lo que vemos a ambos lados de la carretera esté tan cerrado. Tal vez sea porque es lunes y solo abren los festivos y los fines de semana. Aunque lo más curioso del caso es que las bodas las celebran incluso en martes, como nos coincidió estando en Capri.

Comentar que es factible, y si yo algún día volviese lo haría con toda probabilidad, recorrer todas las cimas que componen el Monte Somma de una tirada. Tal vez se pueda utilizar el autobús que sale de la estación de tren de Herculano con destino a la entrada al Parque Nacional; hablar con el conductor para que te pare en el cruce donde empieza el itinerario 3. Ya se sabe que, dependiendo de con quien pilles, conseguir  estos pequeños favores es más o menos fácil.

Cognoli d'Ottaviano (1112 m).

Cognoli di St'Anastasia (1086 m).







PS. Una vez de vuelta en Bilbao, trasteando en internet, esto es lo que he encontrado que “justifique” la cantidad de basura que nos encontramos en el monte. Si los lugareños quieren llamar a esto la Fiesta de la Montaña están en su derecho. Pero no es eso lo que yo considero una fiesta referido a la naturaleza y al medio ambiente.  

Sabato dei fuochi.

El Vesubio parece tener dos vértices geodésicos. Este en lo más alto.

Y este algo más abajo con un aparato vulcanólogo.


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