viernes, 8 de septiembre de 2017

Ferrata Cala Molí (San Feliu de Guisols, Girona) - Esther Merino


Bellísima sinfonía de corcheas y semicorcheas en forma de grapas, puentes tibetanos,  rocas, gaviotas, brisa de mar, un sueño de ferrata. Insuperable y mi enhorabuena al artista que ha diseñado este camino equipado.

Estuve todo el año pensando en esta ferrata, con el “pre” que también es agradable. Evitar el fin de semana porque se masifica, que haga buen tiempo para disfrutar de la calidez en el mar mediterráneo, poder librar del curro. Ya puestos a desplazarse, pedir lo mejor. Está un poco lejos de Vitoria, la verdad, pero era un capricho y desde luego merece la pena. Mayo del 2017 fue el mes elegido, ¡todo un acierto!



Desde que empieza está de lo más entretenido, los cinco puentes no te dejan respiro, las gaviotas revoloteando, el olor a mar, el color de la roca…como diseñado expresamente para gozar de la altura. Destrepes, desplomes, paredes…todo lo que un ferratero puede soñar. Y en su justa medida, es una K3, con a penas dificultad pero prestando atención, claro, como debe ser.


Algunos dicen que es para hacerla dos veces, una a la mañana y otra al atardecer, seguro que tienen razón…


No tiene desperdicio ningún rinconcito: intentas disfrutar a tope de esta experiencia con seguridad, sin prisas y sabiendo que este lujo es irrepetible, aunque dura no más de 2 horas y media.
La zona es una maravilla, el paseo de Ronda que bordea la costa es una buena excusa para volver a ver la cala Molí, ya sin casco ni arnés…sólo a hombrecillos colgados de la roca.



Esta vez, la realidad supera a lo imaginado y, a veces, ¡los sueños también se cumplen!

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