Biderdi y Ganekogorta
Me gusta el término himalayista de “ventana de buen tiempo”. Siempre aprovecho esas ventanas para escapadas de andar por casa. Porque a mí eso del Himalaya me queda muy lejos. No alcanzo ninguno de los niveles que hay que tener para hacer un viaje hasta esas grandes cumbres. Ni tengo suficiente nivel de preparación, ni suficiente nivel de estupidez, ni suficiente nivel económico. Así de claro. El de motivación tampoco me alcanza, lo admito. Así que como ando un poco justa de tiempo decido acercarme al Paga. Cruzo Bilbao con el coche, desesperada por el tráfico y la cantidad de semáforos, pero al poner los pies en el tan querido suelo todos los males quedan en el olvido.
Gran Bilbao, refugio del Pagasarri, Ganeta (685 m) y su antena.
Llego a la ceñuda y cercana cima y decido seguir por el cordal hasta Lapurzulogana.
Cima del Pagasarri (671 m)
Luego le sigue Ganekondo (el Mortirolo particular de alguien a quien yo conozco) y más tarde el collado con el Ganeko.
Biderdi (877 m) y Ganekogorta (999 m) desde Ganekondo (627 m)
Ganekondo 627 m (parte inferior izqda) mostrando su cara más agreste
Evito subir por el erosionado y embarrado camino normal, la conocida como cuesta de Anselmo, y entro por su ladera E. Quiero ver cómo van las obras de José Miguel, de su soñado refugio. A ver si coincido con él y charlar un rato. El año pasado, las tres últimas veces que vine por aquí, no nos vimos. Y ando con la mosca detrás de la oreja.
Anselmo (81-8-8); su nombre quedará siempre unido al de su querido Ganeko
Fuente de Tarín
Ladera del Gangoiti 494 m o la sobreseñalización
Llego al cruce que baja a Zollo y cuál no será mi sorpresa cuando veo que el mítico poste de hierro de toda la vida que allí lucía ¡ha desaparecido! En el lugar que ocupaba han colocado un flamante poste direccional de madera. ¿Quién ha ordenado esto? ¿Quién se ha encargado de borrar a golpe de pico y pala esa imagen familiar y entrañable patrimonio de miles de montañeros? Me ha parecido fatal y desde aquí muestro mi cabreo.
El antes y el ahora
A estas esperemos que no nos las quiten nunca
Justo este fin de semana pasado, en una salida en grupo, una conocida me decía que cuando ella y su marido estuvieron de luna de miel en Canarias subieron al Teide y se hicieron fotografías con la cruz de la cumbre. Es la única vez que ella ha estado y tuvo esa suerte. En mi caso son cuatro y no he conocido cruz alguna. ¡Qué ilusión cuando me envió un par de fotos que inmortalizaron el lugar y el momento! Intenté recopilar información sobre aquel lejano símbolo trasteando en la red de redes pero fue Luis Astola quien rápidamente me puso sobre la pista proporcionándome un enlace. Aquella cruz que alguien se encargó de mutilar primero y de esparcir después por los alrededores acabó en un almacén del Cabildo. Con el tiempo, se hizo limpieza del local donde estaban los restos y estos terminaron en la chatarra. Como no podía ser de otra manera, claro.
Para mí aquel poste de hierro que indicaba el desvío a Zollo y que en su día luciera pintura amarilla, con sus flechas grabadas marcando las direcciones, era una joya. No creo que sea mucho suponer que también lo fuese para la mayoría de montañeros que la conocían. Esperemos que los indicadores camino de Santa Lucía, en Laudio, hermanos de forja de aquella querida señal, no corran la misma suerte.
Y, por cierto, tampoco en esta ocasión coincidí con José Miguel; así, pues, tendré que volver a repetir este paseíto inexcusable (si así se me permite calificarlo) para todo bilbaíno.
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