jueves, 31 de marzo de 2016

Bosques - Miren Muñoz Trigo

Me perdí en ensoñaciones mientras iba quedándome atrás

VERDE SOBRE NEGRO
 
Entramos en un bosque, es invierno. Hay castaños y hayas, y muchas hojas mezcladas con el resto de una nieve recién caída. Siempre escucho ese silencio que transmite la naturaleza, me gusta envolverme en él, y me recreo con los sonidos especiales que sólo en estos sitios se dan. Hoy descubro que varios árboles están muertos a causa también de la naturaleza, del rayo. Alguna tormenta decidió partir en dos varios árboles mandando sus rayos dirigidos a sus troncos. Sigo viendo belleza, verde sobre negro, observando ese musgo que viste cada tronco. Se crea de nuevo vida y color, y esto siempre perdurará.


Muerte de un árbol
 
Verde sobre negro, vista de frente
 
Verde sobre negro, vista lateral
 
Restos de un rayo
 

BLANCA NIEBLA Y BLANCA LUZ

Seguimos con los bosques. ¡Son tantos recorridos en infinidad de travesías!. En una de ellas, y vuelvo al hayedo y al invierno, me perdí en ensoñaciones entre una niebla espesa. Iba caminando junto a troncos delgados y altos y, aún sabiéndome acompañada escudriñando los colores de las ropas de mis amigos a lo lejos, deseaba ralentizar la marcha y mezclarme entre las hojas del suelo, o incluso tumbarme junto a uno de los árboles y llegar con la mirada arriba, a la copa, a la luz del sol que luchaba por entrar a dar calor...Pronto ese sol de vida que se intuía, se abrió paso para calentarnos el día.
 
Deseaba ralentizar la marcha y mezclarme entre las hojas del suelo...
 
Pronto ese sol de vida que se intuía, se abrió paso para calentarnos el día

El abrazo del bosque, bien vestido ya, con su sombra nos reconforta
 
La luz del sol...ahora es primavera. Calor. Una vez más, el abrazo del bosque, bien vestido ya, nos reconforta. Su sombra disminuye ese calor, esta vez la belleza vuelve a saludarnos, y el silencio de siempre en estos sitios se acompaña de otros sonidos que suelen jugar con él...el bosque, siempre...
 
El verde nos envuelve...

Restos de vida, rodeada de bosque

   

1 comentario:

Robín dijo...

A veces, uno sucumbe -y con justicia- al síndrome de Stendhal, en plena naturaleza..