miércoles, 4 de noviembre de 2015

Zalama por el Valle de Mena - Mati Sanz Rebato


 Hacia arriba, todo negro

Anda que hay que tener mala puntería. Un tiempo veraniego en Txinbolandia y me voy al único punto de toda Bizkaia donde hay unos nubarrones negros que dan miedo. Grata recompensa por haberme metido entre pecho y espalda un montón de kilómetros.
 
Hacia abajo reina la claridad

 
El caso es que no quiero pecar de cobarde ni dejar que este lejano vizcaíno se me vuelva a resistir por segunda vez en menos de año y medio. Así que en vez de darme la vuelta en busca del solecillo, tiro para arriba tratando de convencerme de que lo importante no es la cumbre sino el intentarlo.
 
La última vez que me acerqué al Zalama (1343 m), después de haber pasado un montón de años sin ascenderlo, fue porque escuché en una conversación robada que la subida desde Campillo de Mena era una de las más bonitas. Así que me pillé un track de wikiloc que partía y llegaba a ese recóndito lugar y me lancé a la desventura. Entonces, como hoy, había una niebla del carajo y, tonta de mí, no se me ocurrió comprobar antes de salir de casa, si el bendito track llegaba a donde yo quería. Después tuve ocasión de comprobarlo, sí, tarde e in situ. Y como una es cabeza loca pero no tanto, en aquel intento anterior, cuando llegué al lugar que me pareció más alto, me di media vuelta despotricando y diciéndome a mí misma que vaya comentario iba a dejar al autor del track de marras. Me tuve que conformar con subir La Mana, gracias a que en aquella cima la niebla quedaba por encima de mi cabeza.
 
Camufladas con la hojarasca
 
Y es que en wikiloc te puedes encontrar de todo. Recuerdo una vez, por tierras navarras, que un donante envió el track con el itinerario que habíamos llevado, en el mismo momento de concluir la salida, importándole bien poco que ciertos tramos por los que nos habíamos metido fuesen dignos de jabalíes. No hay tiempo que perder, que hoy en día prima la rapidez y ser el primero en todo. Para qué molestarse en limpiar el track y corregir los tramos equivocados. No obstante, tengo que reconocer que otras veces me he encontrado con excelentes recorridos. Cosas chulas, aunque a mí, personalmente, me gusta más llevar al hippy pegado a mi cintura recogiendo datos para luego disfrutar de lo lindo viendo en la superpantalla que me regalaron los majos de mis hijos, que no los reyes magos, los sitios por los que me he metido.
 
Panel cerámico explicativo
 
El caso es que esta vez compruebo antes de salir de casa que voy a llegar, al menos teóricamente, al sitio que quiero. Me sacudo la pereza de meter kilómetros en coche y voy a probar otra vez suerte por tierras burgalesas. Los primeros metros son desalentadores. Hacia arriba se ve todo negro y, sin embargo, hacia atrás el sol me hace de guardaespaldas. La cosa mejora según avanzo y, ya casi en la parte cimera, puedo ver el vallado de madera que delimita la turbera que ocupa la antecima, cosa que no conseguí ni atisbar en aquel anterior intento. A ratos incluso se ve el vértice geodésico. El viento hace que las manos se me queden heladas. Parar a sacar fotos es toda una prueba de valentía.
 
Turbera del Zalama
 
Hierba algodonosa (fotografiada cerca del Porracolina), presente en la turbera
 
Un par de clics y tiro rápidamente para abajo, con mis dos compañeros enfrentados. El hippy va dando órdenes y el Rubio está cabreado porque a él le gusta hacer el mismo camino de ida que de vuelta. Es un artista en esos casos, hay que reconocerlo, y puede presumir de que yo le sigo a ojos cerrados.
 
Vértice y buzones

Mojón del Zalama (unión de Bizkaia, Burgos y Cantabria)
 
¡Cachis la mar! Ahora resulta que el cordal se recorta en el cielo recién despejado. Mira tú por dónde va a resultar cierto eso de que “no por mucho madrugar, amanece más temprano”. Bueno, esperemos que la cascada que he venido a conocer no se me resista. Voy atenta al clamor del agua pero Aguasal hoy no luce más que por su ausencia. Nada de cascada. Ni siquiera un reguerillo.
 
Con el cordal despejado
 
Zalama y rastro del Salto de Aguasal

En señal de rebeldía por no cumplir con su palabra, le anuncio al hippy que nos vamos a salir por peteneras. Y dejo de seguir su rastro para encaramarnos al Alto del Cabrío (899 m), que me llamaba con cantos de sirena desde hacía un rato, para comprobar que la pequeña caseta que hay en su cima puede servir de refugio porque está abierta. Luego retrocedo al collado que forma esta cumbre con la de Hayas Altas (891 m), y le digo al Rubio antes de que se aleje que hay que aprovechar y subir a lo más alto porque nunca lo vamos a tener más cerca. Para allí nos vamos y nos metemos en un pequeño hayedo precioso. La cumbre no tiene nada pero si no se sube no se sabe. Vuelvo sobre nuestros pasos precedida por el Rubio, feliz porque ahora es él quien manda, y llego de nuevo a la pista testigo de nuestro amotinamiento.
 
Alto del Cabrio

Caseta en Alto del Cabrio
 
Haya en Hayas Altas
 
Una pena que haya que andar mirando el suelo porque el colorido del bosque es para no perdérselo. El camino que llevamos discurre por una zona muy sombría y está todo embarrado. Además con las hojas caídas no se ve por donde pisas. Compruebo que las hayas dan mejor imagen otoñal que los robles. Como buenas hembras se acicalan con colorete para dar a sus hojas un tono rojizo. El roble, más macilento aunque luce muy atractivo, pierde en su intento de competir en hermosura.
 
Alfombra de hojas sobre suelo embarrado

El puente de Las Bárcenas
 
Llegamos al punto de partida y descubro algo que no había entendido hasta ahora. Lo de dormir debajo de un puente siempre me había parecido ilógico. Debajo de los puentes se supone que suele haber agua. Pero compruebo que en este de Las Bárcenas uno de los arcos está construido sobre tierra firme. La bóveda del arco no está a mucha altura del suelo, lo que permite que el calor no se pierda… ¡Vaya! ¡Parece que por fin lo he pillado!
 
Río Ordunte
 
Recorrido en Mendikat
 

 

3 comentarios:

Robín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Estimado Robin,
Te animo, siempre sin ánimo de ofender, a que te plantees la posibilidad de crear un blog propio donde poder dar rienda suelta a todas esas historias que siempre aparecen en forma de comentarios en relatos ajenos.
Considero que 'comentarios' es un espacio dedicado a que los lectores 'comenten' el texto en cuestión, y no tanto a que se escriban textos casi tan extensos como el principal.


Robín dijo...

Querido anónimo; ya tengo uno (blog propio); no necesito comprar nada más...
http://lit-et-raire.blogspot.com.es/2015/10/el-apano-metodo-de-dhondt-explicado-los.html