domingo, 14 de agosto de 2011

Casco de Marboré, anatomía de una Montaña - Eider Elizegi Telletxea





La operación la dirigió el Dr. Illarramendi, experto conocedor de la anatomía y las entrañas de las Montañas.
Emprendimos la intervención a las 12:00, cuando dejamos de ser eruditos friegaplatos y limpiamierdas para convertirnos en un experto grupo médico de las piedras. Puesto que nosotros vivimos a la altura del corazón, localizamos la aorta de la Montaña y nos colamos en su torrente. Sumergidos en el flujo del viento, o sangre de la Montaña, avanzamos respirando a bocajarro sin habernos lavado las manos, sin guantes de látex ni escafandra aséptica.




En un determinado punto de la arboladura arterial, el Dr. Illarramendi decidió abandonar la aorta y atajar en dirección a la cabeza (del Casco o la Montaña precavida) por un capilar secundario difícil de reconocer.



Así, atravesando en diagonal el omóplato, llegamos rápidamente hasta el huequecito que la clavícula de la Montaña dibuja junto a su cuello.




Ya de paso, aprovechamos para comprobar la consistencia de los cartílagos articulares que nos encontramos por el camino.




Una vez en el cuello, improvisamos una travesía horizontal bordeando en espacio entre el cuello y la cabeza del Casco para localizar la entrada al oído: tal vez después de dormir todo el invierno, la Montaña tenga los oídos sucios. A eso acudíamos precisamente, a limpiarle la cera y la piel descamada, a realizarle una revisión auditiva y lavarle los conductos auditivos a la Montaña.




El Dr. Illarramendi comprobó que el oídos derecho se encontraba perfectamente abierto, con los conductos limpios y transparentes.



Así que nos dirigimos hacia el oído izquierdo.




Nos costó encontrar la entrada hasta la cóclea. Nos adentramos en el conducto externo y atravesamos el tímpano, que se oponía tan solo como una leve y fría nata coagulada entre la luz y la oscuridad del agujero. Recorrimos las espirales del caracol de la cóclea. Cuando trepábamos en vertical por el orificio de paredes que rezumaban moco y humedad, agarrándonos al estribo y el martillo, a mí, como siempre, me entró el vértigo: pero el Dr. Illarramendi y sergi me ayudaron a subir.







Encontramos el orificio del oído interno ligeramente obstruido, así que pasamos a su través para quitarle las telarañas con nuestras manos y nuestros pies.





Como la salida del oído nos situó ya muy arriba, en la sien de la Montaña, decidimos aprovechar la ocasión y seguir subiendo para completar la revisión médica.





Con pasos ágiles y certeros, el Dr. Illarramendi alcanzó fácilmente la coronilla de la Montaña, y se asomó a sus pensamientos y sus emociones: todo en paz, todo en calma, todo bien.



  


  





Aquí, el equipo médico al completo:



eider elizegi telletxea

http://vagamontanyas.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

como siempre, una una muy agradable sorpresa; te cuesta verlo o te sale solo? lo piensas mientras realizas la actividad o delante del ordenador? no hace falta que contestes, que siga siendo un misterio!
esti