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A Cruz Alta (529 m) |
No era nuestra
intención conseguirlo de la manera en que lo hicimos, con descarga de
adrenalina incluida. Admito que llevaba yo en mente subir al punto más alto de
la Sierra de Sintra, pero en ningún sitio había leído que para conseguirlo hubiese
que pagar entrada y que esa entrada tuviese horarios. Así que después
de haber alcanzado el punto más occidental del continente europeo sin más
esfuerzo que recorrer unos cientos de metros desde el coche hasta el monolito
que lo certifica, decidimos rematar el día subiendo A Cruz Alta.
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Cabo Da Roca.
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Iñaki estaba muy
optimista y pretendía subir desde el mismo centro de Sintra al punto en
cuestión, pero logré disuadirle alegando lo tardío de la hora. No íbamos a
llegar con luz natural y tampoco llevábamos linternas. Así que nos
acercamos en coche hasta la iglesia de Sao Pedro. Una vez allí avanzamos a grandes zancadas,
yo corriendo para poder seguirle, por la calzada asfaltada al típico estilo
portugués. Y llegamos hasta el Palacio de la Pena; y cuál fue nuestro chasco al
encontrarnos con una verja que nos impedía el paso. La entrada estaba cerrada a
cal y canto. Para paliar de alguna manera la decepción del momento, le comenté a
mi hijo que tiempo tendríamos de conseguir nuestro objetivo a la mañana
siguiente. Pero él parecía tener muy claro que debíamos llegar a Cruz Alta ese
mismo día… más o menos de cualquier manera.
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Entrada al Palacio Da Pena
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Teníamos un muro
muy alto rodeando el Palacio y un espectador inesperado pendiente de nuestros
actos. Así que comenzamos a bajar por donde habíamos subido. En un recodo de la
carretera vimos la posibilidad de subir hasta la ermita de Santa Eufemia,
cercana al recinto amurallado. Nos pusimos a ello y alcanzamos otra entrada con
verja, cadena y candado; una puerta de entrada lateral de uso no público. Recorrimos
rápidamente con la mirada la verja y la tapia, tratando de distinguir algún
punto débil desde el que poder acceder dentro del recinto. Iñaki es muy
alto y no tuvo demasiados problemas para vencer el muro, pero a mí me tuvo que
coger por debajo de las axilas para encaramarme a lo alto y saltar al otro
lado. Después vinieron las marchas forzadas por los senderos del Palacio.
Estábamos delinquiendo. Había que avanzar con rapidez y sin hacer ruido. Y ya
apenas sin luz de ningún tipo. Nos pegamos un susto de muerte con una figura
que emergía de la niebla en un alto: “el guerrero”, leímos luego. Y ni con
mucho miedo, ni demasiada vergüenza, nos aupamos finalmente en la blanca Cruz
Alta.
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Estátua do guerreiro.
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Volvíamos sobre
nuestros pasos cuando mi hijo se echó fuera del camino, con un grito velado: ¡viene
alguien! Una luz, que al rato nos dimos cuenta de que estaba fija, nos mantuvo
agazapados y expectantes en la ladera,
bajo la figura del guerrero. Pasado el susto, quedaba de nuevo vencer el muro.
Un salto ágil de Iñaki y un torpe deslizarse de la que esto escribe. Llevaba las gafas
colgando y se me rallaron sin remedio ambos cristales. Más de 300 euros
me salió conseguir el punto más alto de la Sierra de Sintra. ¡A quién se le
ocurre ponerle puertas al monte!
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Iñaki superando el muro |
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