Después de haber estado varias semanas seguidas escalando en Riglos decidimos probar algo más “grande”. Parece que ya escalo algo más, pero no sé si tanto como para subir al Mallo Pisón, no hace mucho que estuvimos en el espolón Adamelo y me supe buscar la vida todo lo que pude, pero hacerlo en una chimenea es distinto. Mis compañeros decían: ¿y porqué no?, pues eso digo yo. Donde no llegue con el brazo, llegaré con el pie y sino con una cinta o con un estribo. La vía Pany-Haus se escaló la primera vez en 1946, lo hicieron Jordi Panyella (Pany) y Albert Casasayas (Haus). Una vez metida en esa grieta, me hago consciente de la intrepidez de esos escaladores, con un equipo rudimentario como el que llevaban en esa época y el desconocimiento total de lo que irían encontrando, largo tras largo, hasta llegar a la cima.
No he pegado ojo en toda la noche, las tripas se me retuercen una y otra vez, y tampoco lo pegaré en las siguientes, la adrenalina me correrá unos cuantos días por las venas. Es muy temprano, somos tres cordadas, por lo que la escalada se preveé larga y no queremos que se nos haga de noche. Hasta llegar al collado escalaremos dentro de la fisura, a la sombra. Algunos largos son muy cortos y otros no tanto, lo que va dando un poco de descanso. La dificultad no está mal, en general muchos largos de IV y V y uno sólo de 6a el cual se puede sacar en A0. Escalar por esa chiminea que atraviesa las entrañas del Pisón no es lo mismo que hacerlo en una pared normal, se escala mucho en oposición, podría decirse que casi toda la vía.
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