Después de la lluvia, llegamos a los llanos,
sorprendidos por el paisaje
Fué el pasado domingo 28. Teníamos programada la salida del mes de octubre de senderismo, la segunda del año que organizamos una compañera y yo. Esa noche se oía afuera la lluvia persistente una y otra vez. Dormí mal, como siempre que toca una responsabilidad así. Pensaba en mis “chicas” y “chicos”, en cómo iba a salir el día, la visibilidad, la lluvia…en fin, todas esas cosas que siempre que hay una salida multitudinaria se tienen en mente. Llegaron las 8 de la mañana y ahí estaban, como siempre, bien pertrechados dispuestos a todo, caía lluvia y bien, además…15 personas no se presentaron, pero el resto, con ese espíritu que tiene esta gente, dispuestos a andar por el monte, con esa alegría que siempre se refleja en sus caras. Disfrutar en la naturaleza venga el tiempo que venga, siempre habrá una ventana de luz y sol que nos deje ver el paisaje maravilloso que nos rodea…
Espectáculo de colores en un día de invierno
El autobús pasó el puerto de Etxegárate a todo llover…y nevar. Llegamos a Olazti y se veían en la llanada unas nubes negras impresionantes, caía nieve porque la temperatura era bastante baja…Cambio de planes. El recorrido inicial lo cambiamos por otro más suave, por la parte baja de la zona del Parque de Izki que íbamos a recorrer. Pensábamos subir a San Cristóbal desde el pueblito de Apellániz y seguir por las lomas hasta San Justi y bajar en circular de nuevo hasta el pueblo.
Paró el bus en la plaza, arreciaba, la gente cogió sus mochilas, bastones, capas, paraguas, nadie dijo nada, como siempre…, decidimos empezar el recorrido. Llegamos a la zona de la escuela de escalada de Atxartea, pasando entre dos rocas, un poco más arriba del pueblo, y paró de llover, ¡qué espectáculo!, la primera nieve, el sol, los árboles con el color de otoño…cámaras echando humo y comentarios de lo precioso del paisaje…había pasado casi una hora desde la salida…caras de satisfacción, estamos rodeados de nieve y sol, esa ventana que todos esperábamos.
Llegando a la parte más alta del día,
no podemos seguir ...
Seguimos por la parte baja, en todo momento una pista, mojándonos bien las botas con el agua encharcada de la nieve que el suelo no acababa de filtrar. Poco a poco se fue nublando otra vez, cayó otro chaparrón, volvió a despejar para ver el manto blanco de nuevo. Cuando llegamos a la parte más alta del día (no habríamos subido más de 300 m desde el pueblo), comenzaron a caer unos copos gordos, lentos. El paisaje casi era en blanco y negro, dimos la vuelta por el mismo sendero para bajar al pueblo, cogiendo otra ruta un poco más tarde. El ruido que hacían las pisadas en la nieve virgen era agradable, habían pasado varios meses sin oírlo. Todo estaba tranquilo, silencio alrededor, comentarios de lo bonito que estaba el bosque, relajación.
Por un día el invierno casi se come al otoño
Después de tres horas y media, llegamos de nuevo al pueblo para comer algo en la taberna pequeña que abre sólo los domingos. Plaza de pueblo pequeño, como casi todos los de esta provincia. Iglesia cerrada, casas enormes, algunas blasonadas, niños jugando, lluvia de vez en cuando, porche acogedor, olor a humo de chimenea y a nieve, la primera de la temporada…frío…
Llegando a Apellániz, buscando el calor
Paisaje de gris, azul y blanco en el cielo, marrones y ocres de árboles y hojas en el suelo, blanco de nieve…y todo ésto compartido una mañana invernal de domingo en el mes de octubre, con esta cuadrilla encantadora. Espero que el año que viene disfrutemos tanto o más.
Puro otoño
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