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Disfrutando del mal tiempo
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Le mentí como una
bellaca, lo confieso. Cuando me preguntó por las fotos que le había sacado le
dije que eran para mí, que no aparecerían en ningún sitio. Aquí una que es muy
peliculera y que se temió que me hiciese borrar “los negativos” o que me
amenazase con romperme la cámara… o los dientes. Pero, no; nada más lejos de la
realidad. Me aclaró que lo que precisamente quería era verlas, tenerlas. Y,
aliviada, me ofrecí a hacerle otras más de cerca, unas con la cámara y otras
con el móvil. Estaba feliz y se le notaba. Le pregunté por el potro y me dijo
que ya era un abuelo. Que lo había recuperado de su inexistente existencia
anterior, de dejar pasar los días paciendo sucio y aburrido en una campa. Le
hice una carantoña al caballo a la vez que le felicitaba por la suerte que
había tenido. Andoni me dictó el número de su móvil para que le hiciese llegar
las fotos. Y en esto empezó a granizar y yo… la muy chorlito, me salté a la
torera la opción de guardar el número.
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Karabezutxikerra desde Akarlanda |
No fue
precisamente mi mejor día. ¿O tal vez sí? Dada la adversa climatología, me
decidí por hacer un recorrido enlazando tachuelillas muy urbanitas. En un
momento dado de la caminata, al ir a sacar una foto de unos preciosos robles
(mis queridos árboles ejercieron esta vez de ángeles de la guarda) me di cuenta
de que se me había caído la cámara y la había perdido. Volví sobre mis pasos,
recordando mientras reculaba dónde había sacado la última foto y dónde podía
habérseme caído la máquina sin yo darme cuenta. Tenía que ser en uno de los
tres pasos con cierre de alambre que había cruzado. Deshice lo andado sí, pero
cuando llegué al último punto donde había usado la cámara todavía seguía sin
recuperarla. Avancé de nuevo, ahora con más sosiego. Crucé de nuevo la
alambrada más lejana al punto de retorno ante el asombro de aquella vaca de
enormes cuernos que no entendía esa afición mía a pasar tres veces por el mismo
sitio. La hierba era alta y estaba muy mojada. No era fácil localizarla, pero
la vi. Algo imposible si no se va buscando. Y ese recular y volver a recorrer
el mismo camino fue lo que me hizo coincidir con Andoni y Tango.
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Karabezu |
Así que cuando
llegué a casa, corregí un poco las fotos y me dispuse a enviárselas al
orgulloso jinete, me di cuenta de que ¡el número no estaba! Moví Roma con
Santiago, envié un guasap a Iñaki para preguntarle si era posible recuperar de
alguna manera un número no usado; le consulté también a la Reineta que me dijo,
y con razón, que siempre me ando quejando del pobre móvil (¡el pobre móvil! Un
Iphone inteligentísimo que cuando le necesito no sabe por dónde le da el aire)
y, sin darme por vencida, decidí volver otro día para intentar dar con el
caserío donde supuestamente vive el afortunado Tango.
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Unbe |
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Serantes desde el monte Unbe |
Así que si esto
fue el sábado, el lunes nada más comer volví al “lugar del crimen”. Enseguida
vi a Tango en la campa, pero ni rastro de Andoni. Me acerqué a un viejo caserío
por ver si había alguien y me daba alguna pista que me ayudase en mi búsqueda.
Como no había nadie, me acerqué hasta Tango a hacerle una caricia. Le saqué
unas fotos y en eso estaba cuando un señor de edad se me acercó y me preguntó,
en ese euskara jatorra que tanto me gusta y tanto me desespera a partes
iguales, a ver si me gustaba el caballo. Contesté cortésmente en mi académico
euskera armándome una vez más de valor porque sabía que me iba a contestar algo
que no iba a entender. Y ¡mira tú por dónde! él conocía a Andoni y me señaló la
casa donde vive. Y como me dijo que era muy probable que estuviese echándose
una siesta, le dejé una tarjeta con mi número para que se la entregase él más
tarde. Jesús. Ese es el nombre del enlace.
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San Miguel de Lauroeta. |
En el viaje de
vuelta recibí un guasap. Andoni me decía que ¡vaya detallazo (detalle itzela)
lo de las fotos! Pero es que una es así. No sé dar mi palabra y luego no
cumplirla. Además, y como alguna vez acertó a decir alguien, aunque no tengo
cabeza ¡todavía tengo unas buenas piernas!
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Luz de tormenta. |
1 comentario:
La aventura empieza en la aurora. En la aurora de cada camino. Buena luz.
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