miércoles, 10 de diciembre de 2014

Guara: barrancos y pueblos - Miren Muñoz Trigo


Farallones del barranco desde el precioso bosque de boj y encinas

Lúsera, un sólo buzón
Sombras de escarcha en la Sierra de Guara. El invierno está llamando a la puerta después de un cálido otoño; poco a poco el sol, liviano, quiere pasar y arrancar de la fría mañana esas gotas heladas, esos duros charcos, esos fríos tejados adornados con recias chimeneas. Nuestro vehículo va recorriendo mínimas carreteras entre pueblos perdidos, algunos casi vacíos, como Lúsera, uno de tantos, en el que un solitario buzón lo explica todo, por lo menos tenemos una casa, una familia,...¿o ya no?
Casas vacías, rotas, mimetizadas con el paisaje. El frío va colándose por esos agujeros donde antaño habría un cálido hogar, por esos muros que encerraban sonidos, risas, vida...


A la sombra, todo permanece helado

Frío...

Colores

Nocito  y el "intento" al Barranco de la Pillera
Nocito es un pueblo vivo. Tiene un Camping y una Casa Rural, y varias casas más con escudos. Hace mucho frío todavía, son las 10,30 de la mañana. El Barranco de la Pillera lleva encajonado un pequeño afluente, ramificación del Río Guatizalema. Comenzamos recorriendo las calles del pueblo, en las que no se escucha nada, tan sólo el agradable ruido del río nos acompaña. Poco a poco, por pista, vamos atrapando los rayos de sol, pisando y rompiendo el hielo de los charcos...Nos toca pasar el río la primera vez, y está complicado; lo hacemos de "aquella" manera, remojándonos las botas, primera librada. 

Barranco de La Pillera. Imposible cruzar el río...

Tenemos en la cabeza lo que el día anterior leímos sobre el recorrido, nada menos que 10 veces había que pasarlo...poco a poco nuestras esperanzas en la ruta tal y como la teníamos programada se iban esfumando, imposible atravesar el río tantas veces con el caudal que lleva. Ese agua cristalina, esas limpias pozas, esos bosques de pinos, tejos, avellanos...Volvemos a Nocito.

El tiempo se detiene en Bentué de Nocito

Intentamos hacer un trozo, el de la vuelta de la circular del Barranco, queremos disfrutar del día, y lo hacemos. Encontramos un precioso camino que nos lleva por bosque, hasta el pueblo de Bentué de Nocito, otro más, callado, detenido en el tiempo, mimetizado con el paisaje. Desde allí, en 30 minutos alcanzamos el santuario románico de San Urbez, donde todavía se celebra una romería a finales de junio. Un albergue y un par de casas más completan la postal. Todo está cerrado, pero no abandonado. El Tozal de Guara, helado, nos observa. Es la mayor altura de la sierra, 2077 metros. Allá arriba está todo blanco y frío. Completamos la pequeña vuelta de 16 km. en 5 horas.

Pegados a los muros de San Urbez

De San Julián de Banzo a la Ermita de San Martín de la Val D'Onsera
El gélido viento nos acompaña toda la tarde y noche. Aquí, aparcados junto a una casa cerrada, como muchas, dedicamos a la lectura, al calor del interior del vehículo, las horas de la temprana noche hasta la hora de cenar. Nadie camina por las calles de San Julián de Banzo, todo el mundo está recogido, o ausente.
Amanece un precioso día, frío aunque soleado. Nos invita a calzarnos las botas y hacer el recorrido que desde un parking cercano al pueblo nos llevará por el seco Barranco de San Martín, y la Senda de los Burros, hasta el insólito lugar donde se encuentra la Ermita de San Martín, y vuelta, 12 kilómetros en total.

Por el Barranco de San Martín

Pegada a la roca del barranco y junto a una cascada de 30 metros, sólo el tocar sus derruidos muros y su aún entera campana ya nos transporta en el tiempo. De origen visigótico y con un eremita de por medio que la cuidó y vivió entre esos muros sus últimos días, el lugar recoge, dan ganas de pasar por todos sus recovecos e incluso de mojarse bajo la cascada, de la que el viento envía unas finas gotas sobre nuestras cabezas. La vuelta la hacemos por el Camino de La Viñeta, algo más corto. Hay un cable nuevo colocado para facilitar el paso por la roca, tanto al bajar como al subir desde el Collado de San Salvador. Atravesamos de nuevo el frondoso bosque repleto de boj y carrasca, sin quitarnos de encima ese lugar, anclado en el tiempo, recóndito, como el resto de lugares mágicos que existen en Guara. Volveremos.

Colorido en la piedra camino del lugar de la Ermita de San Martín

Cableado próximo a la Ermita de San Martín

Ermita de San Martín junto a la cascada

Visitando los restos de la Ermita

Peñas San Miguel y Amán desde el parking junto a San Julián de Banzo


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