Salto de Roldán desde Chibluco
En las llamadas Sierras Exteriores que definen el límite Norte de la comarca de la Hoya de Huesca y situadas en el sector occidental del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, destacan dos torreones rocosos entre los cuales discurre el río Flumen, encajonado en las llamadas Palomeras. Se trata de las Peñas de San Miguel, al Oeste, y de Amán, al Este, también conocidas como Sen y Men, respectivamente. Estas moles de conglomerado poseen una estructura geológica similar a la de los no muy lejanos Mallos de Riglos y conforman una entidad paisajística de gran belleza.
Las peñas gemelas Sen y Men
La vertiginosa garganta que separa las dos peñas recibe el nombre de Salto de Roldán ya que, según narra una leyenda, cuando el caballero Roldán huía hacia su Francia natal tras el fracasado intento de conquistar Zaragoza, cabalgó hasta lo más alto de la Peña de Amán donde fue acorralado por sus perseguidores. Lejos de entregarse, Roldán picó espuelas a su montura haciendo que el caballo se lanzara sobre el abismo y alcanzase de un prodigioso salto la Peña de San Miguel. Según cuentan algunos, aún pueden verse las huellas del corcel marcadas en la roca…
La silueta de las dos peñas es tan característica en la comarca que figura incluso en el escudo de la ciudad de Huesca, representada esquemáticamente en la famosa “muesca” (figura geométrica terminada en dos puntas agudas que aparece en el ángulo superior izquierdo del escudo).
Peña de San Miguel o de Sen (1126 m):
Partiendo de Apiés o de Sabayés, se sigue la estrecha carretera que conduce al embalse de Belsué. Tras dejar a la izquierda el cruce hacia Santa Eulalia de la Peña se llega a un parking señalizado situado en la base de la ascensión, cerca del collado de San Miguel (1.012 m). En el aparcamiento hay indicadores del sendero S.9: Salto de Roldán-Peña San Miguel.
Sen desde el parking del collado de San Miguel
El itinerario parte en dirección S.E. recorriendo inicialmente una zona adecentada con peldaños y se dirige, trazando algunos zigzags, hacia el flanco N. del rocoso mogote cimero que, visto de lejos, parece totalmente inexpugnable. Una vez situados bajo las paredes de la peña, caminamos un tramo corto por una faja en balcón equipada con una sirga de acero y llegamos a la parte más divertida del recorrido, donde hay que superar un par de pasos verticales utilizando una pequeña vía ferrata (F). El primer resalte está acondicionado con grapas y el segundo, situado junto a los restos de una torre defensiva, está provisto de una escalera metálica y otra serie de grapas que facilitan el acceso a la plataforma cimera (1.126 m)(30’). Los pasos equipados son sencillos y cortos por lo que están al alcance de cualquier senderista medianamente ágil que sea capaz de subir 3 m por una escalera de mano sin sentir vértigo.
Trepando por las grapas
En la cumbre encontramos un aljibe, las ruinas de una torre que no se llegó a terminar y los restos de una ermita. Una escalera intramural situada junto a la entrada de la torre permite acceder al borde del paramento superior y recorrer (con precaución) todo su perímetro.
Ruinas en la cima de San Miguel
Las panorámicas son espectaculares en todas las direcciones: Hoya de Huesca, Sierras de Gratal, Águila, Mediodía, Gabardiella, Guara e incluso el macizo del Moncayo en días despejados. Merece la pena acercarse con cuidado a los cortados orientales para contemplar el profundo desfiladero del Salto de Roldán, los meandros del río Flumen, la espectacular Peña gemela de Amán (1.121 m) y el monolito del Fraile (1.036 m), además de observar el vuelo de los buitres y otras aves rupícolas que anidan en las cornisas de la garganta. Lástima no tener un caballo tan portentoso como el del ubicuo caballero carolingio para pasar al otro lado… pero un salto de casi 600 m en horizontal y un precipicio de 400 m en vertical nos lo impiden.
Peña de Amán o de Men (1121 m):
Para ascender a la Peña de Amán nos dirigimos a San Julián de Banzo, una pequeña localidad perteneciente al municipio de Loporzano que históricamente fue Señorío de los abades de Montearagón. Su entramado urbano se divide en dos núcleos, llamados de Yuso y de Suso, separados por el arroyo del Barranquillo. En la carretera que une los dos barrios, junto a una curva cerrada, se toma una pista con indicador a la ermita de San Martín de la Val de Onsera. Poco después se llega a una bifurcación en la que se vuelve a indicar, a la derecha, la dirección hacia San Martín. Ignorando esta segunda señal a la ermita, seguimos de frente unos 60 m y tomamos un camino de tierra que sale a la derecha bordeando un campo de almendros. El camino enlaza más adelante con otra pista que termina enseguida en un ensanchamiento donde podemos dejar el vehículo (735 m).
Llegando a los contrafuertes de Amán
Partimos por un sendero (indicadores) que desciende hacia el Barranco de San Martín. Antes de llegar al cauce, encontramos un cobijo para el ganado realizado al abrigo de una oquedad en la que la erosión ha formado unas curiosas figuras alveolares en la roca. Tras cruzar el lecho del barranco (696 m)(10’), el camino remonta (N. y después N.W.) hasta una lomada desde la que obtiene una bonita vista de las peñas hermanas Sen y Men (853m)(45’). Perdemos entonces algo de altura para salvar el Barranco de la Cobeta (828 m) y ascendemos de nuevo por la ladera opuesta en dirección al collado Frontón de Buesa que se aprecia a la derecha de nuestro destino (cairns en los tramos rocosos y marcas rojiblancas de la GR-1.1 bastante diluidas). Una vez en el collado (967 m)(1h 30’) ascendemos por una empinada senda entre matorrales hasta situarnos bajo los dos últimos escarpes pétreos que defienden la cima. El primero forma una especie de plataforma cuya parte alta alcanzamos siguiendo un senderillo que se interna por la derecha del roquedo. Retrocedemos unos metros por el pasillo superior de la plataforma y buscamos unas clavijas que nos ayudan a superar el segundo resalte (II) y llegar a la cumbre, marcada con un hito de piedras (1121 m, 2h).
Nota: El recorrido entre San Julián de Banzo y el collado Frontón de Buesa coincide con un tramo de la GR-1.1 que continúa después hacia Santa Eulalia de la Peña vadeando el río Flumen, lo que permite enlazar teóricamente con el collado de San Miguel y encadenar las dos peñas del Salto de Roldán de una tirada. El desnivel acumulado en este caso es mucho mayor al que resulta de ascender a las dos peñas por separado, y más aún si no se dispone de un coche de apoyo, pues habría que volver a cruzar el río para regresar al punto de partida. Desconocemos las características de este tramo que atraviesa el Flumen ya que no lo hemos transitado, pero siendo un sendero balizado es de suponer que será sencillo. Lo dejamos como apunte por si alguien se anima a realizarlo.
Filigranas alveolares en la roca
Ermita de San Martín de la Val de Onsera:
En las inmediaciones del Salto de Roldán, se puede realizar un bonito recorrido hasta San Martín de la Val de Onsera (o Bal d’Onsera), una ermita troglodita situada en un recóndito paraje, encajada en el fondo de un circo rocoso donde cae una cascada de más de 30 m de altura.
San Martín de la Bal d'Onsera
Aunque algunos autores sostienen su origen visigótico, el primer documento que hace referencia al cenobio data del año 1.075. San Martín fue un importante monasterio en la alta edad media que gestionaba otros centros religiosos cercanos como San Ginés de Isarre, San Pedro de Antefuenzo, San Urbez de Nocito o San Cosme. Hasta mediados del s. XII fue un monasterio masculino y después pasó a estar ocupado por monjas. En el año 1.572 fue abandonado y el edificio quedó entonces a cargo de un ermitaño. En 1.640 se realizaron obras de mejora y la ermita se conservó en bastante buen estado hasta que fue saqueada en el transcurso de la guerra civil. Durante su época de máximo esplendor, varios reyes y nobles aragoneses peregrinaron hasta este lugar para pedir descendencia, gracia que, según dicen, les fue concedida por mediación del santo.
En nombre de Onsera (Osera) está relacionado con los osos que presumiblemente habitaban en este escondido enclave hasta que desparecieron hace no demasiados años. Según otra versión, el topónimo proviene de la historia del Home Grandizo, un gigantón que moraba cerca del eremitorio y solía caminar acompañado de un enorme oso. No está claro, sin embargo, si este legendario personaje vivía en la Bal d’Onsera o lo hacía en la Bal d’Onsella, lugar ubicado en la comarca zaragozana de Cinco Villas.
Lecho del barranco de San Martín
Desde San Julián de Banzo, seguimos los indicadores hacia la ermita y dejamos el vehículo en un parking habilitado en el comienzo del sendero S.6/P.R.-HU-165 San Martín de la Val de Onsera. El itinerario desciende hasta el barranco de San Martín y va recorriendo su cauce seco de cantos rodados, unas veces por el mismo lecho y otras veces por tramos laterales, bien marcados por cairns, que evitan las zonas más abruptas. En un desvío señalizado (801 m)(35’), abandonamos el barranco por la derecha y nos dirigimos hacia La Puerta del Cierzo, ascendiendo por un bonito sendero entre carrascas que nos regalarán su sombra benefactora si hacemos el recorrido en verano. Más adelante se llega a una bifurcación donde se puede optar por cualquiera de los dos ramales ya que ambos se juntan más arriba en el collado de San Salvador. La senda de la izquierda (indicador por La Viñeta) tiene algunos tramos expuestos y está equipada con cables y barandillas, mientras que el camino de la derecha (indicador por La Senda de los Burros) transcurre por terreno más sencillo pero dando un mayor rodeo.
Ascendiendo por La Viñeta
Una vez en el collado de San Salvador (1.140 m)(1h 30’ por La Viñeta), hay que descender de nuevo al barranco de San Martín, aunque por suerte el cauce discurre aquí a mayor altura y no hay que perder demasiados metros. El sendero de bajada es empinado y presenta algunas placas de roca lisa algo resbaladizas por lo que se han colocado varias sirgas de apoyo (tal vez en exceso). Siguiendo después el trazado del barranco aguas arriba se llega al secreto rincón donde se halla oculta la ermita. El recorrido total, ida y vuelta, puede llevar de 4 a 5 horas.
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