Las cartas están repartidas en el Reino de los Mallos: la belleza estilizada y armónica de Riglos, el color rojizo y magnético del atardecer ensombra a Peña Rueba, mole de conglomerado, gruesa y color ceniza.
Peña Rueba goza de ser el gran mirador de Riglos, juega sus cartas perdedoras desde el principio: sendas desdibujadas por el boj hieren las piernas al caminante más aventurero, un acceso largo de 1,40 h a esta ferrata abigarrada y extensa de aspecto compacto y sólido, le dedicaremos una larga jornada: 3 h de recorrido y 30 minutos de regreso aproximadamente. Calificada como K3, 5 km en total y 500 m de desnivel.
Iniciamos el recorrido desde el pueblo de Murillo de Gállego tras pasar una pista y aparcar junto a unas balsas. Vamos preparados para realizar un largo acceso de trekking circular aproximándonos por la izquierda de Peña Rueba hasta llegar a la primera ferrata Varela Portilla, continuar cresteando, descender por la ferrata Mora Sur y regresar hasta el punto de partida.
Rodeamos por la izquierda la Cueva Calva esta mole granítica de proporciones XXL y exagerada, amplia, con echuras anchas donde es fácil perderse atravesando un barranco sin hitos y sendas poco pisadas. Se convirte en un auténtico horno si lo atravesamos a mediodía, con temperaturas elevadas la dureza aumenta y bien provistos de agua. Vamos avanzando y antes de llegar al inicio de la ferrata Varela Portilla - Oeste subimos por una escupidera de piedras incómodas.
Iniciamos el ascenso por la ferrata, vertical muy bien equipada y enseguida cogemos altura. Es el momento de disfrutar, hemos encontrado lo que estábamos buscando…
Aquí ya empieza la aventura. A partir de ahora hasta el final no vamos a parar…
Una estética subida, larga, expuesta y aérea pared nos deja satisfechos.
Al llegar arriba vamos haciendo el cresterío bien equipado aunque no sea necesario en algunos tramos.
Y allí estamos, Peña Rueba frente a Riglos, hermanados y enfrentados, separados por el río Gállego sosegado y silencioso. La Bella y la Bestia, sin poder dejar de mirar el espectacular paisaje mientras recorremos su larga cresta hermosísima: un jaque al rey de Riglos…A nuestro favor, Peña Rueba desde las alturas luce esplendorosa.
No está hecha para ferrateros impacientes por su longitud con un acceso, recorrido y regreso extenso. Descansamos y comemos algo bajo la sombra del único arbolito del recorrido, toca realizar una bajada calurosa y larga. Allá vamos…! Iniciamos la ferrata Mora Sur.
El descenso nos parece increiblemente bonito y original.
Nos entretenemos en un espolón muy curioso y equipado de ferrata.
Bajada vertical y sin a penas grapas, va resultando agotadora después de tanto tiempo descendiendo. Llevamos casi 5 horas de recorrido y aún no se ha acabado el trayecto, falta la aproximación al coche.
Echamos la vista atrás y vemos el murallón de Peña Rueba. Toda ella nos ha encantado. Menos conocida que los Mallos de Riglos y menos agraciada visualmente hablando, protege al pueblo de Murillo de Gállego, lo abraza y lo quiere, silencioso testigo de la despedida de la reina Berta, la reina de los Mallos, que fue “Un reino dentro de otro reino”, os cuento la inspiradora historia de la Reina Berta que nos ha acompañado en esta jornada.
Tras las huellas de la Reina de los Mallos: Berta de Aragón
El origen del reino de los Mallos se encuentra en la dote nupcial que el rey Pedro I de Aragón que entrega a su segunda esposa Berta, con motivo de sus esponsales en el año 1.097 que comprendía: Murillo de Gállego, Riglos, Marcuello, Ayerbe, Sangarrén, Callén y una almunia próxima a Berbegal. Al morir en 1104 Pedro I sin que Doña Berta le hubiera dado un heredero, el título real pasó a manos del hermano del rey: don Alfonso I “El Batallador” el cual permitió a la reina-viuda mantener su corona de los Mallos. Durante ese año Doña Berta siguió utilizando el título de “Reina de los Mallos” hasta comprobar que no esperaba ningún hijo póstumo del rey. Cualquiera que fuera el final de esta historia, el hecho de existir un reino dentro de oro reino, aunque fuera por un escaso periodo de tiempo es un caso único en la historia y gobernado por una mujer. A la reina Berta se le pierde la pista cuando abandona Aragón, unos dicen que fue a Francia, otros a Italia…una canción popular hace mención a una reina que se escapó con su amante y habla de una reina triste que se escapó con un caballero… sólo nos queda la leyenda en un territorio tan legendario como espectacular por su agreste belleza…
03/11/2020 El creador de estas ferratas Ignacio Cinto Pina se ha puesto en contacto conmigo para contarme por qué se llama Ferrata La Mora: "La leyenda cuenta que una mujer musulmana huyendo de los cristianos se cayó en una sima cerca de esa zona..."