viernes, 16 de diciembre de 2016

Rumores escondidos.Cascadas de la Tobería (Andoin, Araba) - Miren Muñoz Trigo

El rumor del agua nos lleva a un bello paraje, la Cascada de Fervencia

Dejamos el coche en el pueblito de Andoin, en la Llanada alavesa, y nos adentramos en un mundo maravilloso de saltos de agua, las Cascadas de la Toberia. Aquí y allá, asistimos embelesados al discurrir del río salvando los pequeños desniveles a su paso, en un entorno mágico de pequeñas pozas rodeadas de árboles y piedras cubiertas de musgo. El relajante ruido del agua en su discurrir nos mantiene quietos, absortos en mitad del bosque, queriendo captar lo imposible con nuestras máquinas fotográficas. Fueron minutos callados y plenos...

Nos adentramos en un mundo maravilloso de saltos de agua, las Cascadas de la Toberia
 (Foto Carlos Hernando)

Aquí y allá, asistimos embelesados al discurrir del río salvando los pequeños desniveles a su paso

El entorno es mágico, con pequeñas pozas rodeadas de árboles y piedras cubiertas de musgo
 (Foto Carlos Hernando)

Aquél día, las gotas de agua se quedaron con nosotros, para viajar mucho más lejos...
Seguimos caminando por una calzada rodeados de humedad, buscando los rayos de sol que intuíamos más arriba. Las nieblas se iban quedando atrás. El mar de nubes cubría la Llanada mientras llegábamos al punto donde tomamos la Senda del pastoreo, la GR282, agradeciendo el calor a esa hora de la mañana.

El relajante ruido del agua en su discurrir nos mantiene quietos, absortos en mitad del bosque

Seguimos caminando por una calzada rodeados de humedad, buscando los rayos de sol
que intuíamos más arriba (Foto Carlos Hernando)

Las vistas de las cumbres de Aitzkorri, y a lo lejos, Aralar con Txindoki dominando, y Egino en primer término desvían nuestra mirada obligándonos a parar para descansar. No hay nada como un receso con un buen paisaje para observar, acompañados todavía del murmullo del agua a lo lejos, junto a los sonidos del bosque. Es un privilegio caminar por estas sendas, solos, entre hayas, rozando la escarcha, pisando la alfombra de hojas caídas.

Es un privilegio caminar por estas sendas, solos, entre hayas, 
rozando la escarcha, pisando la alfombra de hojas caídas

Todo a nuestro paso rezumaba humedad...

Vamos avanzando, llevando las gotas de agua, por la Senda del Pastoreo, durante casi 2 horas. Las señales nos indican el camping de Urbasa, y las seguimos, dejándonos llevar sin apenas desnivel. Tan sólo en este tramo nos cruzamos con unos ciclistas, bien pertrechados, ya que a la sombra seguía haciendo frío. Dejamos la GR282 en un punto ya que debíamos ascender a la cresta para volver hacia Andoin por Ziordia, completando así la circular con una bajada atravesando de nuevo preciosos bosques de hayas. La hora que nos cuesta llegar desde Ziordia hasta Andoin por asfalto a mí ya se me ha perdido, a pesar de que terminé con los pies que me gritaban ¡basta!, después de los 18 km. Se me ha perdido porque en estos momentos sólo recuerdo agua, bosque y paz.


Cascada de Fervencia. Foncebadón. León

Unos días más tarde, las gotas de agua nos envolvieron en una densa niebla, y hacía mucho más frío...No eran hayas, sino robles melojos los que nos rodeaban, dejando ver de vez en cuando algo de musgo. Una capa de liquen envolvía las ramas de los árboles, cayendo al suelo al secarse. Aquella agua que saltaba entre hayas ahora nos mostraba el camino de nuevo a través del rumor que poco a poco íbamos escuchando...

Unos días más tarde, las gotas de agua nos envolvieron en una densa niebla, y hacía mucho más frío...
Camino de la Cascada Fervencia, León

Una capa de liquen envolvía las ramas de los árboles, cayendo al suelo al secarse

Vuelve a estar aquí, nos sorprende de la misma manera, escondida y bella. La ruta la miramos por internet, no estaba marcada más que con algún que otro cairn perdido, y un cartel en el sitio apropiado. El agua nos ha llevado hasta Foncebadón, pueblo perdido si no llega a ser por el Camino de Santiago que por allí pasa, y en ruta circular, de unos 8 kilómetros, nos ha hecho disfrutar de otro recorrido entre robles melojos, cascadas y rumores escondidos.

No eran hayas, sino robles melojos los que nos rodeaban,
 dejando ver de vez en cuando algo de musgo

Vuelve a estar aquí, nos sorprende de la misma manera, escondida y bella


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