martes, 15 de agosto de 2017

Sin premeditación ni alevosía, pero con agravante de nocturnidad. A Cruz Alta (529 m), punto más alto de la Sierra de Sintra - Hamlet

A Cruz Alta (529 m)
No era nuestra intención conseguirlo de la manera en que lo hicimos, con descarga de adrenalina incluida. Admito que llevaba yo en mente subir al punto más alto de la Sierra de Sintra, pero en ningún sitio había leído que para conseguirlo hubiese que pagar entrada y que esa entrada tuviese horarios. Así que después de haber alcanzado el punto más occidental del continente europeo sin más esfuerzo que recorrer unos cientos de metros desde el coche hasta el monolito que lo certifica, decidimos rematar el día subiendo A Cruz Alta. 


Cabo Da Roca.




Iñaki estaba muy optimista y pretendía subir desde el mismo centro de Sintra al punto en cuestión, pero logré disuadirle alegando lo tardío de la hora. No íbamos a llegar con luz natural y tampoco llevábamos linternas. Así que nos acercamos en coche hasta la iglesia de Sao Pedro.  Una vez allí avanzamos a grandes zancadas, yo corriendo para poder seguirle, por la calzada asfaltada al típico estilo portugués. Y llegamos hasta el Palacio de la Pena; y cuál fue nuestro chasco al encontrarnos con una verja que nos impedía el paso. La entrada estaba cerrada a cal y canto. Para paliar de alguna manera la decepción del momento, le comenté a mi hijo que tiempo tendríamos de conseguir nuestro objetivo a la mañana siguiente. Pero él parecía tener muy claro que debíamos llegar a Cruz Alta ese mismo día… más o menos de cualquier manera.

Entrada al Palacio Da Pena



Teníamos un muro muy alto rodeando el Palacio y un espectador inesperado pendiente de nuestros actos. Así que comenzamos a bajar por donde habíamos subido. En un recodo de la carretera vimos la posibilidad de subir hasta la ermita de Santa Eufemia, cercana al recinto amurallado. Nos pusimos a ello y alcanzamos otra entrada con verja, cadena y candado; una puerta de entrada lateral de uso no público. Recorrimos rápidamente con la mirada la verja y la tapia, tratando de distinguir algún punto débil desde el que poder acceder dentro del recinto. Iñaki es muy alto y no tuvo demasiados problemas para vencer el muro, pero a mí me tuvo que coger por debajo de las axilas para encaramarme a lo alto y saltar al otro lado. Después vinieron las marchas forzadas por los senderos del Palacio. Estábamos delinquiendo. Había que avanzar con rapidez y sin hacer ruido. Y ya apenas sin luz de ningún tipo. Nos pegamos un susto de muerte con una figura que emergía de la niebla en un alto: “el guerrero”, leímos luego. Y ni con mucho miedo, ni demasiada vergüenza, nos aupamos finalmente en la blanca Cruz Alta.

Estátua do guerreiro.


Volvíamos sobre nuestros pasos cuando mi hijo se echó fuera del camino, con un grito velado: ¡viene alguien! Una luz, que al rato nos dimos cuenta de que estaba fija, nos mantuvo agazapados y expectantes  en la ladera, bajo la figura del guerrero. Pasado el susto, quedaba de nuevo vencer el muro. Un salto ágil de Iñaki y un torpe deslizarse de la que esto escribe. Llevaba las gafas colgando y se me rallaron sin remedio ambos cristales. Más de 300 euros me salió conseguir el punto más alto de la Sierra de Sintra. ¡A quién se le ocurre ponerle puertas al monte!


Iñaki superando el muro

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