sábado, 30 de julio de 2011

Atacamontañas - Eider Elizegi Telletxea

.
¡Mañana vamos a atacar al Perdido por aquí!– ni siquiera me vuelvo para mirar la dirección en la que señala el dedo del hombre.

"Vamos a atacar".
"Atacar".
¿"Atacar"?

Como si ascender a una Montaña consistiera en una batalla, una guerra por ganar, una conquista. Como si a la Montaña hubiese que vencerla y someterla. Como si la vida fuera una lucha contra todo aquello que, aparentemente, no es uno mismo.

Yo mañana no voy a atacar a ninguna Montaña; ni siquiera voy a subir hacia la cima de ninguna Montaña. Simplemente me tumbaré sobre la Tierra, me recostaré sobre una roca y respiraré despacio. Cerraré los ojos. Los abriré. Y sin moverme, sobrevolaré aristas expuestas, me asomaré a collados aéreos con vistas a la luz, subrayaré ríos tranquilos y dibujaré orillas de lagunas calmas, acariciaré laderas verticales, alcanzaré cumbres de agujas picudas, exhalaré desiertos, bucearé por selvas y bosques de árboles elásticos... saborearé pequeñas Montañas pequeñas con grandes Montañas pequeñas detrás.




Y sabré que, si estoy aquí, es sólo para ser los ojos que la Montaña no tiene para verse a sí misma y disfrutar de su propia Belleza. Nada más. Por eso me dará igual escalar sus hombros, volar la altura de su cumbre, quedarme sentada en su regazo o bañarme entre los dedos de sus pies en los ríos que se deshilachan de sus vestidos de nieve.

Y sobre todo, mañana yo no atacaré a ninguna Montaña porque no tendré nada que ganar: yo ya seré Montaña.

2 comentarios: