Hacía tiempo que andaba con ganas de ir a Irlanda. Algo me decía que me iba a gustar y así ha sido. He descubierto cosas que ni me imaginaba de los irlandeses como que a ellos el agua de la lluvia no les moja, o eso parece, porque son contados con los dedos de una mano los que llevan paraguas. También he descubierto que es gente amable, muy amable, o que tuvimos mucha suerte coincidiendo solo con los que realmente lo son.
También tuvimos suerte con la meteo porque después de haber
sufrido las inclemencias del tiempo en pleno mes de julio en Escocia donde
tuvimos que recurrir a los pijamas como única ropa seca, las nieblas del Snowdon
en Gales y el un poco de todo en el Scafell Peak de Inglaterra, fuimos
pertrechadas todo lo bien que permiten las restricciones de equipaje de las
compañías aéreas y no sufrimos nada de nada. Además, frío no hizo lo cual te
permite reírte un poco de la lluvia y de las nieblas.
Resumiendo, que volvería a Irlanda mañana mismo.
Pero vayamos al grano. Después de haber completado el Three Peaks
Challenge, que incluye los montes más altos de Gran Bretaña our way o, lo que es lo mismo, totalmente a nuestra bola, nos
quedaba por conocer el Carrantouhill, el punto más alto de Irlanda. Además de
la joya de la corona Irlandesa, llevabamos otras opciones por si un pico poco
más alto que nuestro entrañable Ganekogorta estuviese dispuesto a ponérnoslo
difícil. Que ya teníamos experiencia de cómo se las puede gastar una auténtica
tachuela como el Arthur’s Seat, de 251 insignificantes metros, (Edimburgo),
cuando sopla el viento y ni siquiera te permite mantenerte en pie en su cima.
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Puerta de entrada al Connemara National Park
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Así que, en plan un poco friki, una de las opciones más
“potentes” que contemplábamos era el Diamond Hill (442 m), en Connemara
National Park, que, si alguien trastea un poco en internet, tiene fama de sacar
a la gente volando de sus laderas. Eran tales los comentarios que habíamos
leído que resultaba irresistible la tentación de ir y comprobarlo.
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Halfway stone |
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Magnífico camino empedrado |
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Llegada a la cima de Diamond Hill |
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Sendero de cuarcita |
Y hete aquí que nos encontramos con La Bella. El Diamond
Hill es una colina profusamente balizada, en exceso, incluso, totalmente
acondicionada con grandes losas que forman un pétreo camino a la cumbre.
Curiosamente, y un poco decepcionante, es el hecho de que en ésta no haya
absolutamente nada que la distinga, que le dé identidad. Con lo amigos que son
en Irlanda de hacer preciosas tallas de madera para ilustrar recorridos. En
cuanto a las vistas, no vimos absolutamente nada. Solo unos metros por delante,
lo justo para no perder el camino. Del viento, pues que ese día parecía tener
descanso con lo cual la leyenda del Diamond Hill perdió toda su fuerza.
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Pasarelas de madera en el Diamond Hill |
El Carrantouhill, sin embargo, se nos presentó como La Bestia. El punto más alto de Irlanda y ausencia total de balizas. Solo hay un recorrido circular que va hasta dos lagos que hay al pie de la montaña: Callee, el de la izquierda (W), con un islote en su interior; y Gouragh, el de la derecha (E). Dicho esto, más vale que lleves el itinerario metido en un GPS y que mantengas la calma. Las opciones de llegar a su punto más alto seguro que son muchas, pero yo llevaba dos tracks para elegir uno de ellos in situ dependiendo de la climatología.
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El muro de las lamentaciones en la misma entrada al sendero |
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Primeros metros por camino balizado |
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Divertido vadeo |
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Con la Devil's Ladder al frente |
Lara, que últimamente está empeñada en llevarme la contraria, elige la
que yo había dejado por si los dioses se mostraban indulgentes con nosotras.
Bajo el nombre de “Devil’s ladder” se esconde una canal que sube directa y en
plan tieso hasta un collado en la cara W del pico. Rezumando agua por todos los
sitios y, como ya he dicho, sin un solo cairn a pesar de estar en el país donde
se engendró ese término, vamos ganando metros muy poco a poco. Vemos en la vertical
de donde nos encontramos, dos personas que están muy cerca en distancia, pero
muy lejos en tiempo. Al cruzarnos, intercambiamos unas risas nerviosas y unas
palabras de ánimo. Nos dicen que queda un buen rato hasta que salgamos de la
canal y que de allí a la cumbre hay un cacho largo. Cuando por fin salimos al
cordal, nos cruzamos con una pareja: ella va con la cabeza cubierta delatando
sus creencias religiosas. Lara comenta que se creerán que estamos locas, una en
manga corta y la otra con gorra. Y, efectivamente, tal y como nos dijeron los
dos chavales que nos cruzamos en la canal, el tramo que nos separa de la cruz
cimera es largo y, envueltas por la niebla, no vemos que hemos llegado a la
cumbre hasta no tenerla delante de nuestras narices.
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Las dos lagunas |
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Saliendo al cordal por la Devil's Ladder |
De vuelta, alcanzamos de nuevo la entrada de la canal, pero echando mano de la sensatez seguimos por el cordal, ganando algo de altura hasta alcanzar el Cnoc na Toinne (845 m) y descender así por diferente sitio. Aunque pueda dar pereza subir cuando en teoría se está bajando, la opción —como después comprobaríamos— es infinitamente más fácil. Casi cuando el camino elegido para el descenso entronca con el de subida por la canal, Lara ve que la pareja cuya mujer lleva la cabeza cubierta está todavía metida en el atolladero. Tal vez me confunda, pero es muy probable que se las pasasen lo que se dice canutas porque, de qué si no iban a estar todavía donde estaban. Desde luego disfrutando del buen tiempo o de las vistas seguro que no habían pasado el rato. Es el riesgo que tiene el ir a una montaña mítica — que se dice ahora— sin la suficiente preparación o con falta de información. Tal vez nos vieron salir de la canal a dos con pinta de flojas y pensaron ¿por qué no? O quizás esté yo confundida.
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Cima de Carrantouhil 1038 m. Techo de Irlanda |
Y
tal vez para no alentar en exceso a los indecisos se dé esa falta de balizaje. Lo
que observaremos es más bien todo lo contrario: con el fin de poner a cada cual
en su sitio, al principio de la ruta hay diversas placas recordando a todos los
que perdieron la vida en la montaña, en la montaña más alta de Irlanda:
Carrantouhill, 1038 m de nada
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