sábado, 30 de octubre de 2021

A santo de qué? Medio KV Argalario - Hamlet

Homenaje a la abuela de Óscar Azumendi y, por extensión, a todas las abuelas. 

Una liada o, para ser exactas, una liada por partida triple. El liante, alguien que se esconde bajo el genérico de "Medio KV Argalario"; un tipo poco convencional, qué duda cabe. Bueno, me digo: se trata de participar, que es lo importante. Jaja, el que no se consuela es porque no quiere. 

Así que este lunes, con un tiempo al que le importa un pito lo que dice el calendario, voy hasta El Regato con el listillo. El primer objetivo es la Sasiburu Bertikala. Ya conocía el recorrido; ya lo había disfrutado. Ojo al dato. Voy ligera, o sea, como siempre porque no sé andar de otra manera. Pantalón largo y forro polar puesto. Al poco rato empiezo a sudar a gota gorda. Gotas de sudor que se escapan una vez llegadas a mi barbilla. Otras que se obstinan en nublarme la vista. Pero a ver quién es la guapa que se para a quitarse el forro! Que eso suma segundos! Llevo un ritmo que permite a los sufridos limacos que se aparten a mi paso. 

Un erreka se cruza en mi camino. Me recuerda a las rías que tienen que salvar los caballos en las carreras. Encontramos vacas y el listillo describe un bucle para driblarlas. Salimos a terreno abierto. Ya solo nos queda llegar hasta el buruandi cimero y sacar una foto al crono, requisito indispensable para validar la subida. Retrocedemos sobre nuestros pasos y me recreo sacando fotos. Quién dijo que los pinos no son bonitos? Pues éste que está ahí es precioso. 


Buzón de Sasiburu


Una preciosidad de pino


Llegamos a la plaza de El Regato y vamos derechos al comienzo del Medio KV Argalario. Aquí la sobrada y el listillo, que parece recordar sin ninguna duda el trazado de la hazaña del pasado año. Sí, sí. La moral bien alta y el tiempo invertido en llegar al monolito que constituye la meta más alto aún. Otra sudada para la historia. Menos mal que hay fuente en Santa Lucía, aunque no haya ermita ni iglesia. Ahora son unos gallos los que llaman mi atención. Qué bien lucen los muy chulitos. Cómo se nota que viven al aire libre! Y de nuevo los árboles, los madroños llenos de frutos, un precioso roble y hasta los denostados eucaliptos se ven preciosos. Y así se nos ha pasado la mañana del lunes porque, aunque dicen que no hay dos sin tres, la Burtzako Igoera la dejamos para el día siguiente. Que tampoco es cuestión de desacreditar el challenge haciendo las tres pruebas el mismo día, como si fuera moco de pavo la cosa.

Monolito y buzón de Argalario

Dos preciosos gallos



Los madroños están en todo su esplendor


 

Un precioso roble



Martes. Vuelta a El Regato. Burtzako Igoera, la tercera en discordia. Muuucho hormigón y una cuesta de espanto. Yo con parecida indumentaria a la del día anterior. Tenía que haber venido en bikini y con guantes, me digo. Que aunque digan que el hábito no hace al monje, el postureo ayuda mucho. Jopelinchus con la cuesta. El hormigón da paso a la tierra. Y en vez de ir por la parte ancha hay que andar haciendo equilibrios por un lateral. Un tramo en descenso y unas vacas que nos miran curiosas. Como cada vez estoy más topillo, tomo por reseco un barro que está húmedo y, pues eso, culada al canto. Me levanto rauda y me hago cargo de la situación: manos llenas de barro, los bastones bien pringados, el GPS camuflado y el trasero bien fresquito. Llegamos al buzón cimero, miro el crono y me doy cuenta de que los daños colaterales le han afectado: se ha reiniciado él solito del susto causado por el resbalón.  Me da que voy a tener que volver otro día para poder dar como buena mi marca. Y es entonces cuando me viene a la cabeza la frasecita de la abuela de Óscar: a santo de qué... me dejo yo liar por un liante!

Buzón de Burtzako

Vaca de un solo cuerno



 


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