Zabala (268 m) y Zabalgarbi desde la carretera de Castrejana/Kastrexana |
“Soy una zote”,
le confieso a la Reineta en un audio de guasap. “He querido ir a Rekalde y he
acabado en Zorroza”. Vamos, que me ha pasado como a Brad Pitt y Angelina, en
2007, que al querer regresar a la Rioja Alavesa después de su visita al
Guggenheim acabaron en Castrejana. Al verse perdidos pidieron ayuda a un barrendero para
orientarse. Así que incluso soy más lista que ellos porque he sabido sacarme yo solita las
castañas del fuego.
Y como no hay mal
que por bien no venga, y como mi angelito de la guarda no entiende de
confinamientos, una vez más he barrido para casa y he salido ganando.
Zabala, y sus antenas, con la planta de Zabalgarbi a sus pies y la cota N del monte Arraiz (345 m) a su derecha |
Acabo en la
planta de residuos de Zabalgarbi. Aparco el coche en su entrada y comenzamos a
andar en esta mañana fea, típicamente bilbaína, de sirimiri molesto y
constante. Avanzamos por el GR 228; veo un poste direccional, pero las vacas
del lugar nos miran con cara de pocos amigos. Y es que esto de ir con el Rubio
entraña tanto peligro como compañía; no sé de qué lado inclinar la balanza. “Bueno”,
me digo, “a la vuelta le hago una foto”. No me resisto a dejar de sacar fotos aunque
no se vea gran cosa. La niebla y el humo de la chimenea de Zabalgarbi parecen
haberse confabulado. El camino está muy claro y encuentro varias balizas de
madera durante la subida. Me gusta el sitio, no sabría decir bien por qué. Tal
vez sea mi instinto de exploradora; esto de conocer caminos nuevos me motiva.
Arroletza (454 m) y la Supersur durante la subida por el GR 228 |
En un momento
dado de la subida noto que he perdido un bastón. ¡Vaya día! “¿Y de qué me sirve
ir contigo?”, le recrimino al Rubio, “¿solo para que nos miren mal las vacas?
¡Me podías avisar de que se me caen las cosas!”. Presupongo que por donde vamos,
y con el día que hace, no va a subir mucha gente, así que no vuelvo para atrás
y decido recuperar el bastón a la vuelta. Llegamos sin más contratiempos (¡y menos
mal, tía!) a la zona de Arraiz, tocamos las tres cotas y enfilamos hacia el
objetivo de hoy.
Cima de Arraiz N con las ruinas del fuerte que allí hubo |
Zabala y las abandonadas instalaciones de la explotación de la cantera |
Y vuelven las
sorpresas, pero las de ahora ¡sensacionales! Me encuentro con las ruinas de las
abandonadas instalaciones de la Mina Primitiva y con las recuperadas laderas occidentales
del Monte Arraiz. Alcanzo la antena del monte Zabala porque no he podido sino
morder el anzuelo que me puso Asier y que nos ha empujado hasta aquí. No llevo el
track que me pasó, pero tenía claro dónde debía buscar esta insignificante y
desconocida cotita.
Sigo haciendo fotos malas. Y aunque veo que tenemos la posibilidad de llegar de nuevo a Zabalgarbi por una directísima, el recuerdo de mi perdido bastón y la esperanza de encontrarlo me hace elegir un sendero que flanquea el Monte Arraiz y que, con un poquito de suerte, nos llevará a enlazar con el camino del GR 228 por donde hemos subido.
El sendero es precioso. El canto de los jilgueros nos acompaña gran parte del camino. Ni a ellos ni a nosotros parece importarnos el ruido que procede de la planta de residuos. Se imponen los trinos y ganas me dan de cantar haciéndoles coro. Abedules y castaños se alternan dando un encanto muy especial a una zona que presumiblemente no iba a tener ninguno. En un momento dado el sendero parece cerrarse, pero cogemos un poco de altura superando dos rocas que me hacen emplear las manos. Y ya estamos de nuevo en la pista. Me dejo llevar por el entusiasmo y, al bajar la guardia, me pego una buena culada. ¡Bah! Me importa un pepino. Veo unos alcornoques (Quercus Suber) que no había apreciado a la subida y me maravillo de que en un sitio así pueda haber este tipo de árboles.
Sigo haciendo fotos malas. Y aunque veo que tenemos la posibilidad de llegar de nuevo a Zabalgarbi por una directísima, el recuerdo de mi perdido bastón y la esperanza de encontrarlo me hace elegir un sendero que flanquea el Monte Arraiz y que, con un poquito de suerte, nos llevará a enlazar con el camino del GR 228 por donde hemos subido.
El sendero es precioso. El canto de los jilgueros nos acompaña gran parte del camino. Ni a ellos ni a nosotros parece importarnos el ruido que procede de la planta de residuos. Se imponen los trinos y ganas me dan de cantar haciéndoles coro. Abedules y castaños se alternan dando un encanto muy especial a una zona que presumiblemente no iba a tener ninguno. En un momento dado el sendero parece cerrarse, pero cogemos un poco de altura superando dos rocas que me hacen emplear las manos. Y ya estamos de nuevo en la pista. Me dejo llevar por el entusiasmo y, al bajar la guardia, me pego una buena culada. ¡Bah! Me importa un pepino. Veo unos alcornoques (Quercus Suber) que no había apreciado a la subida y me maravillo de que en un sitio así pueda haber este tipo de árboles.
La cota N del monte Arraiz y el bonito cordal que la conecta con la cota de Zabala (268 m) |
Ejemplar de alcornoque (Quercus Ruber) |
¡Encuentro
el bastón! (todo el mérito es mío porque el Rubio ni se para a olerlo.
¡Valiente ayuda!). Cuando llegamos de nuevo al comienzo de la andada, las vacas
han cambiado de lugar y saco la foto del poste direccional que no he podido hacer antes. La flecha de hechura más reciente no me aporta nada, pero
la vieja señal de madera que la acompaña me proporciona el hilo del que tirar
para intentar saber algo más de los Quercus. Cuando llego a casa, y trasteo en
internet, tengo claro que he andado y he conocido un lugar privilegiado: los alcornoques aislados que hay en el monte Arraiz son una joyita
que debemos proteger por su rareza ya que constituyen un elemento de conexión entre
los ejemplares más occidentales (Asturias) con los alcornoques del SW francés
(Landas y País Vasco Francés).
Desde luego esta mujer desprende entusiasmo y optimismo. Donde los demás vemos lugares sin mayor interés, ella ve maravillas. Mucho mejor.
ResponderEliminarAhora bien ¡perderse en Bilbao! una bilbaína de pro ¡¡por Dios!!
Soy bilbaína de nacimiento, pero no de pro sino de Abando. Jajaja.
ResponderEliminarAhora en serio, Enrique. Como ya has leído, soy un auténtico desastre al volante. En mi defensa diré que nunca cojo el coche si me puedo mover a pie o en bici, pero con esto de los horarios severos hay que recurrir a los acercamientos en coche. De lo contrario no da tiempo para nada. Además, no por mucho madrugar amanece más temprano. Te cuento. A un colega no se le ocurrió otra cosa que levantarse a las 4 para ir al Ganeko. A las 5 estaba en la plaza circular cuando le echó el alto la ertzaintza. Le mandaron volverse a casa y salir a la hora estipulada. Al hombre no le quedó otro remedio que agachar las orejas y volverse para atrás... porque, como él dice, ya tiene una cruz en la lista negra de la autoridad ¿competente?
Un besote
Eres una zote?...yo creo que eres un azote¡¡¡....no paras¡¡¡
ResponderEliminarQue no te engañen las apariencias. El no parar es un medio de sanación. Lo que es un azote para mi maltrecha espalda es meter horas pisando asfalto como no nos ha quedado otro remedio que hacer desde que todo este follón se desató. El terreno desigual me viene de perlas y el respirar aire puro, ni te cuento. Gracias por comentar, Arritxu.
ResponderEliminarUn besote
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBueno, bueno. No voy a decir que "¡vaya casualidad!" porque entre el poco espacio en el que podemos desenvolvernos y el parco horario en que nos dejan hacerlo, lo raro es que no hayamos coincidido antes.
ResponderEliminarY no es que nadie avise a los munipas (no te vayas a creer tu también, como otro que conozco, que te tienen localizado con el móvil): se supone que están cumpliendo órdenes y estas órdenes pasan por no dejarnos disfrutar tranquilos de sitios espaciosos y al aire libre, donde la posibilidad de contagiar o ser contagiados es bastante remota.
Voy a tener que cambiar de compañía perruna para que no me reconozcas y así evitar que te lleves mal rato por no haberme saludado. Jajaja