martes, 20 de marzo de 2018

Urdaibai, Sandindere y las sorginak - Hamlet

Axbiribil/Atxondo/Foruko atxa (354 m)













Cada vez que me acerco por la Reserva de la Biosfera me quedo boquiabierta. Siempre me descubre algo nuevo incluso cuando me muevo por terreno ya conocido. Me apetecía volver a subir Axbiribil porque la última vez que estuve por allí, en compañía de la Reineta, todavía lo conocíamos como Atxondo. Que ya son ganas de marear la perdiz, a los montes y a los pobres montañeros; tanto cambiar la toponimia a lugares que nunca se han movido desde que surgieron de las entrañas de la tierra.


Axbiribil desde la cima de Kosnoaga (273 m)

Tramo equipado con cuerda

Y acerté una vez más, porque a todos los tontos se nos aparece la virgen. Esta vez subí por un camino nuevo, con idea de hacer una circular chula. Elegí la cara E, cuyo senderillo de subida está equipado con dos tramos de cuerda para evitar que en esas zonas más que subir bajes. La pendiente es fuerte y el suelo resbaladizo, cosas que sumando fuerzas hacen muy de agradecer contar con la ayuda de las sogas. Recuerda esta subida al aspecto que antaño lucía la cara W, la que discurre empezando en las canteras y que era la que antiguamente todos utilizábamos. Ahora este camino tiene una anchura respetable debido a la huella que hemos  ido dejando los montañeros con nuestro incesante paso. Porque no es lo mismo subir a un monte cualquiera que a uno incluido en el celebrado Catálogo de Centenarios de Euskal Herria, cuya última edición está recién salida de la imprenta, dicho sea de paso.

Larrondo/Larrei en el barrio de Larrabe

Fuente de aguas naturales

Viniéndome arriba con mi nuevo descubrimiento conecté con el  bidegorri que va paralelo a la carretera Gernika a Bermeo con intención de subir una cotita que me estaba tentando. Antes de llegar a Larre, que así me informó Benito el de Tomasene que se llama la tachuelilla, me encontré con la segunda sorpresa del día, esta vez en forma de generosa fuente de dos caños. Fue también Benito quien me explicó que es muy frecuentada por gente de la zona que se acerca a recoger sus aguas naturales para llevársela hasta sus casas.

Isla de Sandindere

Ofitas

La superficie de las ofitas y su parecido a la de algunos reptiles

Empujada por la ilusión que me producen siempre los descubrimientos, me acerqué hasta la playa de San Antonio  —sí, sí, esa que está al pie de las colonias de Pedernales— porque quería volver a revolotear por la isla de Sandindere y sacarle unas fotos. Admiré de paso las dos rocas que, a mi parecer, son una pequeña réplica de la isla de Matxitxako y supe leyendo un panel colocado a pie de playa que se trata de rocas subvolcánicas, llamadas ofitas, porque su superficie recuerda la piel de algunos reptiles (ofidio-à ofita). Luego vi paseando por allí a Josean con su perrilla y, como me he vuelto muy preguntona, me acerqué hasta él con idea de saber  si era posible ir andando, con semejante marea baja, hasta la isla de Txatxarramendi. Josean creyó que el causante de mi curiosidad era un pequeño reportaje que hizo la EiTB para el programa “Mi playa favorita”. Supongo que se llevó una pequeña decepción cuando le dije que no sabía de qué programa me hablaba dado que él era uno de los protagonistas, junto al trikitilari más famoso de Euskal Herria, Kepa Junkera. Me contó lo recogido en el programa, que os recomiendo ver porque está en donde está todo, es decir, en Internet, y añadió que lo que yo quería hacer era una cosa bien bonita, que a lo sumo tendría que pagar con un remojón de agua a la altura de las pantorrillas. Así que, allí nos fuimos, el listillo y la exploradora, a comprobar hasta dónde nos llegaría el agua salada. 


El antiguo puente de Txatxarramendi tuvo 7 ojos

El langostero de Txatxarramendi
Y doy fe de que el tributo fue muy pequeño comparado con el placer de la experiencia. Volví a recorrer Txatxarramendi, esta vez sin ser verano ni con idea de coger el “ferry” que te lleva a Laida. Porque, por tener, Urdaibai tiene hasta ferry, que te traslada desde Mundaka y desde esta pequeña isla a la preciosa playa de Laida. Y el regreso a San Antonio me reservó el último descubrimiento del día: Txatxarramendiko zetareoa. Este langostero, construido en 1930, sirvió como depósito de pesca viva en espera de su utilización en las cocinas del Hostal Paco; fue reconstruido en 2001 gracias a los Galtzagorriak y su generoso trabajo de auzolana.

La isla de Izaro desde el embarcadero de Txatxarramendi

El ferry atracado en la playa de Laida

Y digo bien, del día, porque sin haber tenido tiempo de borrar de mi cara la expresión de sorpresa, fue en mi siguiente visita cuando todavía se me abrió la boca aún más grande. Pero esa ya es otra historia.






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