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Talako ama |
Tiene Ea un
itinerario balizado, llamado “Sendero de las Letanías” que nos guía sabiamente
y de forma cómoda por algunos rincones de su pequeño territorio. Es muy fácil
de seguir y adecuado para toda la familia. Se le pueden añadir, además, si las
ganas y la curiosidad nos acompañan, un par de cómodas ascensiones; o tres o
cuatro, si nos apetece trastear un poco y somos lo suficientemente ambiciosos. Goitiak, 170 m; Txantxola, 190 m; Merezikaburu, 183 m; Larrako tontorra, 167 m.
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Uno de los bonitos puentes que atraviesan el Ea erreka |
Durante el trayecto vamos a pasar por la ericera y la ermita de San Bartolomé; la calera de Etxebarria; otra calera cerca de los caseríos de Biax y, para terminar con un exquisito sabor de boca, por el mirador de Talako ama con unas magníficas vistas sobre la línea de costa y donde se erige la ermita a la que los marineros acudían a pedir buena mar y buena pesca.
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Ericera de San Bartolomé |
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Etxebarriko karobia |
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Ogoño desde Bedaroa/Bedarona |
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Goitiak desde Biax |
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Calvario en el camino a Talako ama |
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Talaibidea/Camino a la atalaya |
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Sumarino muturra desde Talaibidea |
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Desembocadura del Ea erreka en la playa |
Como sugerencia,
una vez concluido el sendero balizado, si no hemos ido solos y el grupo se debate
entre quedarse a disfrutar de la playa o seguir pateando por el otro margen del
erreka, os invito a recorrer un recoleto sendero que tiene su inicio detrás del
poco agraciado bloque de viviendas que hay sobre la misma playa. Llega a
Sumarino muturra y a Ea lapatza, “playa” de piedras con un acantilado de más de
108 metros a modo de guardaespaldas. Y para no volver por el mismo camino, una
pista nos sube hasta casi la cima de Barbaika para concluir poco más adelante,
después de pasado el cementerio, en la carretera muy cerca ya de la iglesia de
Ea.
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Kai harria y Larrako tontorra desde Sumarino muturra. |
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Edificio tras el cual nace el sendero a Ea Lapatza
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Epílogo. Oda a mi apa.
Si mamá era ama,
por lógica infantil papá era forzosamente “apa”. Cosas de niños, tal vez.
Entonces yo no sabía euskara.
Aquel apa tan
apuesto, de nombre de origen egipcio y cuyo significado, dicen, es salvado de
las aguas, estuvo paradójicamente muy vinculado durante su excesivamente corta
vida al agua. Sirvió de marinero forzoso, como otros mozos de su tiempo; se
ganaba la vida y el pan para sus cuatro hijos trabajando de fontanero. Y su
escaso tiempo libre eran el mar y la pesca quienes lo ocupaban.
Cada vez que veo
un vertiginoso sendero que quiere tocar el mar, acude de forma muy nítida a mi
mente la imagen de uno de aquellos días de pesca. Él iba por delante con las
cañas al hombro y los aperos de pesca en una cesta. Muy tieso, sin perder en
ningún momento el equilibrio, mientras yo le seguía vacilante por detrás, con
el culo arrastras a veces, preguntándome cómo lo hacía él para no resbalar ni
tener que echar mano a tierra en ningún momento.
Por eso todavía hoy en
día, después de transcurrido tanto tiempo desde que se fuera a echar
las cañas a otras aguas, a otro mundo, puedo ni quiero evitar que aquella figura firme y
delgada, de pelo prematuramente cano, alejándose de espaldas, vuelva a mi memoria cuando tengo ante mí
un empinado sendero que se abre paso hacia el mar.
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Otro apa pescando junto al mar, sobre las rocas. |
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Ea lapatza con su acantilado de más de 108 metros |
Pues sí, creo que tendré que ir un día con los peques para conocer esa ruta.
ResponderEliminarUn abrazo Mati.
Apa, de toda la vida.