Se mire por donde se mire el Anie es un montañón, la primera montaña del Pirineo que rebasa los 2500 m viniendo desde el Cantábrico. En verano, vigía del inmenso y desolador karst de Larra que parece inexpugnable. En invierno, vestido con sus gélidas galas blancas intimida y sobrecoge. Tanto en invierno como en verano tiene una larga y penosa aproximación, dependiendo de las condiciones. En invierno hay que tener especial cuidado, si no ha caído la suficiente nieve, ya que existen simas por toda la zona y pueden convertirse en trampas mortales. También tenemos que prever buen tiempo o llevar GPS para realizar la ascensión: es habitual que la niebla cubra el lugar transformándolo en un laberinto del que puede ser completamente imposible escapar. En verano tenemos que ser generosos con el porteo de agua porque por allí no hay fuentes y si el calor aprieta puede llegar a ser un verdadero infierno. Es una montaña extrema.
Se cuenta que Auñamendi tiene un morador en su cima, Jauna Gorri (el Señor Rojo) y, aunque esta montaña está fuera de las fronteras vasconas, se la considera una montaña sagrada para los vascos. Jauna Gorri es un personaje mitológico navarro que desata su furia sobre quien intenta escalar su montaña en forma de grandes tormentas y granizadas, frustrando así los intentos de los montañeros que desean conquistarla. Esta leyenda impidió al científico Jean-Charles de Borda, por los habitantes de Lescún, ascender a esa magnífica montaña, quedando manifiesto el miedo que le tenían a la cólera de Jauna Gorri. También dice la leyenda que los tesoros de este ser mitológico andan escondidos en el fondo de las cavernas de lapiaz que rodean tan enigmática montaña.
Hemos dormido en el aparcamiento de la estación de esquí de fondo de la Contienda. Son las 5.30h de la madrugada y la niebla todavía lo envuelve todo. Aunque la temperatura ronda los 5º el ambiente que se respira es gélido. La primera vez que ascendí el Anie la niebla no nos abandonó en todo el trayecto, solamente asomaban los últimos 3-4 metros de su cima por el inmenso mar de nubes que cubría todo lo que la vista abarcaba. Un espectáculo realmente grandioso. A la vuelta, Jauna Gorri tuvo a bien descubrir sus dominios y dejarnos ver su precioso territorio. Me fui de allí con gran satisfacción y ganas de volver.
Poco a poco vamos ascendiendo por la dura nieve de la ahora cerrada pista de esquí de fondo, que nos conduce al Col de Pescamou (1955 m). La niebla se queda atrapada en el fondo del valle, por fin nos abandona. Se presenta ante nosotros un cielo azul limpísimo que refleja su luz en el inmaculado manto blanco que lo cubre todo. Es miércoles y allí no hay nadie. Estamos completamente solos.
Ya asoma vigilante e imperturbable el Auñamendi y desde su cima nos parecer adivinar como Jauna Gorri nos guiña el ojo y nos sonríe, nuestra ilusión le ha conmovido y nos abre la puerta a su territorio, podemos disfrutar de todo lo que nos rodea sin preocupación de que le cambie el humor y nos eche de allí a puntapiés.
La ruta que seguimos comparte camino común con la que lleva a la cima por la cara Sur (ruta normal y habitual), pero a la altura del Pico Murlong nos desviamos al este para ir ganando altitud hasta situarnos en el Col des Anies (2075 m), bajo el impresionante contrafuerte del Soumcuy. El macizo hace de barrera e impide que la niebla traspase, quedándose mansa como el bonito mar en calma que parece, a nuestros pies.
Ya tenemos a la vista la cara este del Anie y lo que nos queda por recorrer hasta su cima. La nieve no puede estar mejor y nos permite subir, sin preocupaciones, disfrutando de cada paso que damos. Hemos llegado al hombro, las vistas son soberbias y la soledad mayúscula. A lo lejos divisamos pequeñas figuras de esquiadores que se dirigen al Añelarra, es todo. Recorremos la arista hasta llegar a un pequeño escalón del que afloran las rocas donde poder agarrarnos para continuar con la progresión.
Jauna Gorri nos recibe con los brazos abiertos, está de buen humor y así nos lo transmite. Nos regala su mejor talante y disposición, y quien sabe si no será la más grande y sincera de las ilusiones por llegar hasta allí, lo que permite que ese temido y colérico dios se transforme en pura benevolencia.
Nos deja disfrutar de la cima todo el tiempo que queremos, ni una brizna de viento, temperatura excelente y la soledad compartida entre dos espíritus emocionados y alegres por lo que allí se contempla y experimenta. Pero hay que regresar y lo hacemos por la imponente pala sur recorriendo el itinerario habitual, que rodea al Auñamendi por el Oeste y que nos devuelve otra vez al punto de inicio.
Una ruta de las de recordar toda la vida.
Distancia: 13 Km. Desnivel: 950 m
Observaciones: Recorrido para hacer en condiciones óptimas, sin riesgo de mal tiempo y con nieve asentada si se hace en invierno o primavera. La niebla suele cubrir la zona volviéndola un lugar peligroso.
Preciosas fotos, y el vídeo!! impresionante paisaje, lo conozco con nieve, pero no con tanta.
ResponderEliminarEnhorabuena
La verdad es que estaba increíble!! era fácil hacer fotos o vídeo con semejante paisaje y día.
ResponderEliminarUn saludo.