Entusiasmada. Viento en popa. Ezin hobeto. Así me encuentro en los albores de nuestra relación.
Supongo que será la euforia de los primeros pasos juntos, del acabar de conocerse. Que luego la rutina nos hace olvidar lo maravilloso que nos parecía todo en esos tímidos comienzos. Que con el tiempo tendré que leer lo que ahora escribo para refrescar en mi memoria y en mis sentidos esta alegría incontenible que me proporciona tener un gran amigo.
Pero para empezar, como la entrega de los premios Goya está recién celebrada y queda muy poco para que se celebre la gala de los Oscar, voy a inspirarme en la gente guapa y enumerar una serie de agradecimientos. Gracias a Ander, por hablarme tan bien de mi acompañante; a Juan Carlos, por haberle proporcionado toda la cartografía necesaria para disfrutar de nuestras aventuras; a Edmundo por darme consejillos de cómo entenderme mejor con él. Gracias incluso a esa conocida tienda de material deportivo que propició nuestro primer encuentro.
Me decía Lara que yendo acompañada de él la cosa habrá perdido un poco de misterio, de aventura. Pero… ya, ya; de eso, nada.
Y es que me trata como a una reina. Se amolda a mis horarios y a mis caprichos. Dependiendo de mi estado de ánimo vamos de la mano y me dejo guiar por él, o se queda en un segundo plano dándome total libertad para elegir y explorar el terreno, como cuando iba yo sola. Todo depende de si estoy de bajón o me encuentro pletórica. Como los bipolares.
Nunca me he jactado de mi sentido de la orientación; es más bien nulo. Hasta ahora suplía esta carencia con las piernas. Me explico. Es bien sabido que “el que no tiene cabeza tiene que tener piernas” y así resolvía yo mis despistes. Pero el tiempo no pasa en balde y aunque hoy por hoy todavía mis piernas están fuertes, cosa que ha influido mucho en mi búsqueda de relaciones con un hippy, más vale prevenir que curar; ya se sabe.
Todavía no nos conocemos a fondo; estamos en ello pero esto promete. Disfruto tanto de nuestras salidas al monte como del momento en que, ya de vuelta en casa, nos sentamos juntos ante el ordenador y me explica con cariño y paciencia por dónde hemos andado, los pormenores de nuestra aventura. Hau bai gozamena!
La única pega que se le podría poner a mi buen amigo es que es un poco frío, que no le sale darte de vez en cuando un achuchón, una palmadita en la espalda; decirte una palabra de aliento.
Y es que, por mucho que avance la tecnología, la conocida frase bíblica “quien encuentra un amigo encuentra un tesoro” se refería entonces y se refiere ahora a los amigos de carne y hueso, hezur-haragizkoak. Aunque a veces haya que conformarse con menos.
NOTA : GPS (ge-pe-ese, en castellano; gi-pi-es, en inglés). Hippy (gi-pi). Se trata, pues, de un juego de palabras. Esta nota va por ti, Esti, que me hiciste ver que a veces no expreso las cosas con suficiente claridad.
Que bueno!! como me ha gustado leerte. Asi da gusto leer un texto.Gracias
ResponderEliminarMe alegra saber que tú descubrimiento te está proporcionando tantas satisfacciones.
ResponderEliminarComparto contigo la seguridad y autonomía que nos proporciona este complemento, ya inseparable de nuestras rutas.
Me alegro de que te este dando tan buenos momentos el hippy Mati y además conociendote seguro que lo utilizaras muy bien... Eso si, no olvides mirar el horizonte y los recovecos del camino, que aveces estos hippys se ponen un poco tontos y te buscan caminos inexistentes o bajadas imposibles!!! Disfrutalo!!!
ResponderEliminarVaya, vaya. ¡Qué sorpresa! Vosotras sí que podéis presumir de ir en buena compañía: Víctor, Santi... de buena calidad y, espero, ¡calidez!. Ya me contaréis.
ResponderEliminarAizu, neskatzailea. Ea egunen batean, batek daki zein aldapatan, elkar ikusten dugun! Mila esker.
Matilde;
ResponderEliminarEl día en que tu escribiste esto yo cumplía exactamente dos veces dos veces tres veces cinco años; que valga la redundancia temporal..
No me impoertaría ir contigo a alguna cima; y algún sitio más; no soy como tú más no hemos de ser no amigos; amistad; la esperanza que alumbra el camino de mi soledad. La mía no es buscada.
Si, si... una persona que cree ser reina y invade los terrenos particulares, despreciando la propiedad ajena, cerrada y bien cuidada.
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