lunes, 10 de diciembre de 2012

Loiketa, por el bosque de Lantz - Joana García Romero





LOIKETA (1139 m) 

Las primeras nieves y con ganas de dar una vuelta para disfrutar del paisaje. Pocas cosas me sorprenden tanto como la belleza de los bosques de por aquí, cuando ha nevado. Vemos varias reseñas de que por la zona del Saioa ha caído bastante nieve, así que imaginamos una posible ruta por el lugar. 

Bien temprano tomamos rumbo hacia la villa de Lantz, un bonito pueblo situado a 629 m de altitud, a 25 km de Pamplona y a unos 80 de Donostia. Este pueblo tiene uno de los carnavales rurales más importantes de la provincia de Navarra declarada, por ese motivo, de Interés Cultural en 2009 y en 2011 Bien de Interés Turístico por el Gobierno de Navarra. Esta bella localidad conserva su marcado carácter atlántico, casas con apariencia distinguida, estando la mayoría de ellas, guardadas al amparo de sus evocadores blasones. Empezamos nuestra ruta desde el mismo pueblo. La mañana es gélida y al salir del coche parece que toda la ropa que llevamos encima es poca. Para llegar a nuestro objetivo vamos a seguir, durante unos 4 km aproximadamente, el bien señalizado Camino de Santiago, dirección Belate. 


A lo lejos contemplamos la suaves cimas que rodean el lugar cubiertas de nieve, aunque de momento en nuestro camino solo encontramos barro y charcos helados. De vez en cuando un flojo viento norte nos despierta con su heladora caricia y nos tapamos algo más lo poco que llevamos descubierto. Sobre los 915 m de altitud abandonamos el GR que estamos siguiendo y nos encaminaremos bosque a través abriendo huella........ ¿Por qué razón nos hemos dejado las raquetas en casa? Le pregunto con una sonrisa boba a mi compañero. Pues no sé, me responde él, alejándose cada vez más de mí, enfrascado en su dura tarea de abrir huella por una ladera bastante empinada. 


Por allí no hay nadie, la nieve está inmaculada y el bosque parece de novela de fantasía de algún lugar recóndito del planeta. Estamos completamente ausentes a todo. El viento baja juguetón entre las hayas, escapando de la niebla que a veces nos envuelve, luego se desvanece fugitivo del sol que se cuela entre las ramas atiborradas de nieve, tanta hay que algunas de ellas tocan el suelo vencidas por el peso que soportan. Otras se han partido y tumbadas descansan en el manto blanquísimo que las abraza. 



Hemos tardado más tiempo del esperado en llegar a Loiketako Gaina, en ocasiones nos hundimos hasta más arriba de las rodillas. A veces, me tengo que sentar en la huella para poder salir de la trampa en donde he caído. ¿Pero, es qué estamos tontos? ¿Porqué no hemos traído las raquetas? le vuelvo a decir, esta vez con bastante fastidio, a mi compañero. Pues no sé, me vuelve a responder, encogiéndose de hombros y riéndose de mí al ver los problemas que tengo para avanzar. 



Llegar a la cima de Loiketa es una odisea, abrir huella es tarea casi imposible, no avanzamos nada si seguimos el cordal por lo que optamos por meternos de nuevo en el bosque y faldear hasta llegar a ella. El viento allí es fuerte y desagradable. El sol se ha tapado y hace muchísimo frío por lo que no perdemos más tiempo y decidimos seguir el cordal ladeando por el bosque y evitando la cresta, pues ahí nos hundimos hasta la cintura. El bosque está resguardado y se atraviesa algo más fácilmente. 


Bajaremos hasta enlazar con el punto donde habíamos abandonado el Camino de Santiago, pero en lugar de volver sobre nuestros pasos, recorreremos el barranco de Koxtaran hasta llegar al camino de Irumugeta que nos llevará otra vez a Lantz. Sin duda es una ruta realmente indescriptible si la encontramos con semejante cantidad de nieve. Una ruta para pasear y olvidarse de que existe mundo al que volver.  Eso sí, no se olviden las raquetas.



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