Llegando a Arano
Fue el domingo pasado. Estuve a gusto pero noté que me faltaba algo. Hace poco dejé las carreras largas en asfalto por problemas en la rodilla. Empecé a correr por el monte. Esa sensación de libertad que produce el estar en la naturaleza me llegó hasta lo más profundo cuando, un día, salí a Ulía (pequeño trocito de tierra junto al mar) a probar por primera vez esta actividad. Notas mientras subes cómo palpita rápido el corazón, a la vez que te llenas de aire puro, decides ir a un ritmo más suave, andando incluso, para afrontar esa pendiente, notando cómo le das la vuelta al cuerpo y llegas a lo alto, para luego descender observando el paisaje, más relajada, trotando por caminos estrechos, lomas, bosques… He seguido disfrutando de esta actividad cada cierto tiempo, por otras rutas, volviendo a casa siempre más llena de vida, y sin dolor.
Correr por el bosque de Belate
El otro día se preparó una carrera por montaña en la que formaron parte unos cuantos socios y amigos del Club. Se apuntaron 11 personas corriendo y 4 en bici. Se trataba de ir por parejas o tríos, desde la sede del CVCE en Donostia hasta Arano, pequeño pueblo navarro enclavado en el Valle del Urumea, a 31 km por montaña, siguiendo una ruta de unos 15 km de asfalto hasta la zona de Hernani (pasando las sidrerías hasta Pardiola), para luego subir por las laderas de Adarra, Abaiarri y Onyo , 900 m. desnivel en total, terminando en Arano con una soberbia alubiada en la Sociedad después de una reconfortante ducha…
Pasando por Pardiola
Txirrindularis en Pardiola
Ese día me faltó algo… estuve sacando fotos y acompañándoles cuando salieron y llegaron, pero me faltó ese corazón acelerado, mojarme con esa lluvia débil, pisar la hierba y el barro, recorrer esos caminos ya trillados, pasar junto al Menhir de Eteneta, divisar las cimas cercanas en agradable compañia…en definitiva, me faltó esa parte del día que siempre me llena más de vida…
Vistas de Arano desde las lomas, empieza la lluvia
Pequeño avituallamiento en el frontón
Yo nunca había corrido antes por el monte, a lo sumo en el gimnasio o por asfalto, hasta que se me ha empezado a meter el veneno en el cuerpo. Solemos salir a correr en un bosquecito que hay en Miramón para entrenar un poco y la verdad es que la sensación es indescriptible, no tiene nada que ver con correr por asfalto. Es como si los pulmones se abrieran más y las piernas se aceleraran solas.
ResponderEliminarUn placer haberte conocido. Saludos.
yo lo recomendaría a cualquiera, aunque sea un trote suave, simplemente el ir recorriendo esos paisajes es una maravilla...mientras el cuerpo aguante...Saludos
EliminarAy, mis rodillas ... !!!! que si no ...
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