miércoles, 1 de junio de 2011

María Antonia Nerín, cuidar en el campo base




Se considera a si misma discípula de José Ramón Morandeira, el cirujano que más casos de congelaciones ha tratado en las últimas décadas. Ambos trabajan en el Hospital Universitario Lozano Blesa (HCU) de Zaragoza, un centro con cuarenta años de trayectoria asistencial e investigadora en ese campo. A la vez, imparte el Máster en Medicina de Urgencia en Montaña de la Universidad de Zaragoza.

Su vocación es curar y enseñar. Curar en circunstancias adversas, a veces lejos de un hospital, en un medio hostil, como en algunos de los campos base del Himalaya a los que se ha acercado con su equipo sanitario. En el año 2009 estuvo en el campo base del Manaslu, en el 2010 le tocó trabajar en el del Annapurna y este año han participado de manera decisiva en el rescate de un grupo de alpinistas, entre los que se encontraban Isabel García Arribas y Roberto Rodrigo, en la zona del Everest-Lhotse.

Hemos vuelto a oir su nombre ligado al del grupo de alpinistas que fueron evacuados del Lhotse, con problemas serios de congelaciones. Junto al doctor Morandeira, ha tomado las riendas del cuidado de todas las personas afectadas. Las han escuchado, han revisado sus rostros, sus manos y pies, las radiografías de sus pulmones, sus constantes vitales, han analizado todas las señales de sus cuerpos maltratados por la altura y por el esfuerzo. Han estado con ellas en el Norvic Hospital de Katmandu hasta su traslado a Zaragoza. No han permitido que allí se tomaran decisiones antes de realizar la  prueba diagnóstica que establece claramente la afectación ósea y el nivel de amputaciones: la gammagrafía ósea con Tecnecio 99. Ahora, continuan su trabajo en Zaragoza, junto a los equipos del Hospital Universitario Lozano Blesa (HCU).

A estas horas, Isa y Rober ya conocen su estado y a lo que se enfrentan. Sin las atenciones sanitarias de María Antonia Nerín y de José Ramón Morandeira, dos personas expertas en cuidar a la gente que regresa al campo base, sin su experiencia y conocimiento en medicina de montaña, sin su solidaridad y entrega, su situación sería con toda probabilidad mucho más complicada.




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